CARACAS, domingo, 22 julio 2007 (ZENIT.org).- Miembros de la Iglesia en Venezuela, obispos y laicos, han expresado su más enérgico rechazo a las acusaciones que el presidente Hugo Chávez dirigió a los obispos y llamaron a discutir las diferencias que mantienen sobre los planes de reforma constitucional del Gobierno.
El presidente insultó de nuevo a la Iglesia el pasado 18 de julio en el acto de transmisión de mando del Ministerio del Poder Popular para la Defensa, celebrado en el Patio de Honor de la Academia Militar.
El jefe de Estado dijo que Cristo fue el portador de uno de los más radicales discursos antiimperialista, antihegemónico, humanista y revolucionario. «¿Si Cristo apareciera aquí, mi Señor en cuerpo presente, a quiénes apoyaría en Venezuela?», se preguntó.
«Nadie tenga duda, yo no sé qué pasaría con algunos obispos, por ejemplo, no sé que le haría Cristo a algunos obispos que aquí en Venezuela, que se ponen al lado de los tiranos, de los que explotan a los pueblos, de los que traicionan el pensamiento y la obra de Jesús y apuñalean a Cristo por la espalda», aseguró.
Pero manifestó su apoyo «a la gran cantidad de curas y sacerdotes verdaderamente cristianos, los que andan con el pueblo, con el anhelo popular, con la esperanza popular, esos son los verdaderos sacerdotes, los demás son unos fariseos, hipócritas, como decía el mismo Jesús».
Monseñor Ovidio Pérez Morales, presidente del Concilio Plenario de Venezuela, consideró este jueves que las críticas de Hugo Chávez hacia el clero «son una especie de costumbre presidencial».
Lo importante, dijo, es centrarse en los cambios «trascendentales» a la Constitución a través de la Reforma que pretende adelantar el Ejecutivo. «Se busca cambiar una Constitución que es buena y, como ratifica el Episcopado, es base suficiente y apta para promover el desarrollo del país en justicia y libertad. Se busca una reforma, por declaraciones y actuaciones oficiales, hacen suponer que se dirige al establecimiento de una sociedad socialista, más en concreto hacia un modelo comunista, el modelo caribeño castro-comunista».
Insistió la campaña de desprestigio de la Iglesia, «no es más que una cortina de humo para ocultar algo que sí es grave que es el tratar de hacer una regresión de la Constitución hacia modelos de tipos totalitarios, eso es lo que está fundamentalmente planteado».
Monseñor Pérez Morales opinó que se trata de un modelo que constituye una regresión histórica, «estamos volviendo a la época de los sesenta, de la guerra fría, de un marxismo que demostró su incapacidad de construir una nueva sociedad».
Por su parte, el Consejo Nacional de Laicos emitió un comunicado (Cf. Documentos, Zenit, 22 de julio de 2007) en el que se pronuncia sobre las críticas a los obispos.
El Consejo expresa su rechazo «ante las continuas e injustas agresiones hacia la Iglesia y en especial hacia los señores obispos» y su «total respaldo y la sincera gratitud a la entera Conferencia Episcopal y a cada uno de los Obispos en particular, por la Exhortación Pastoral «Urge el Diálogo y la Reconciliación en Venezuela» del pasado 7 de julio.
Dicha exhortación fue el desencadenante de los últimos insultos del presidente Chávez a los obispos.
Según el Consejo de Laicos «cuantos se han expresado con menosprecio e incluso tratando de ridiculizar con un lenguaje descalificador a los señores obispos por este deber que han ejercido, parecen ignorar el verdadero significado de la dimensión socio-política de toda persona humana y de la dimensión social del Cristianismo y de la Iglesia. El pronunciarse a favor de la verdad, de la justicia y de la paz va mucho más allá de una mera actuación de partido político y al hacerlo, nuestros Pastores están expresando el sentir de todos los que, como Pueblo de Dios, integramos la Iglesia».
Cita a Benedicto XVI en su discurso inaugural en Aparecida: «La Iglesia es abogada de la justicia y de los pobres, precisamente al no identificarse con los políticos ni con los intereses de partido» y reafirma «que la Democracia es el sistema político más acorde con el pensamiento cristiano».
Expresa su «honda preocupación» «por la persistencia y el incremento de graves problemas sociales en nuestro país» y por «todo aquello que atenta e hiere nuestros valores democráticos incluso desconociendo y desacatando la Constitución» como «el proceso de ideologización del pueblo, sin respeto de la pluralidad de pensamiento; la pretensión de monopolizar la educación; los atropellos contra la libertad de expresión; las consignas que exaltan el odio y la violencia y, sobre todo, el proyecto de una Reforma Constitucional hecha secretamente a espaldas de la sociedad venezolana y orientada al establecimiento de un sistema socialista fundado en la teoría y la praxis del marxismo-leninismo (Exhortación n. 6-11), contrarias a los principios cristianos».
Pide al Gobierno «que ejerza responsablemente su deber de garantizar las condiciones básicas que permitan a la totalidad de los venezolanos, y no sólo a un sector de ellos, una convivencia justa, respetuosa de la diversidad, que promueva el bien común y que salvaguarde los principios fundamentales de la persona humana y de la sociedad».
Reafirma su presencia con toda la Iglesia «para responder al llamado de paz, de justicia, de perdón y de reconciliación que nos exige el Evangelio de Jesucristo».
Reconoce «con satisfacción que el movimiento estudiantil se ha manifestado con valentía en favor de la libertad y de la reconciliación». «Alentamos a los jóvenes estudiantes, principales constructores de la sociedad que anhelamos, a proseguir en su lucha pacífica por el respeto a los valores democráticos, especialmente la libertad, don inherente a la dignidad humana».
Ratifica su compromiso de «incrementar las actividades encaminadas a la educación de jóvenes y adultos en los valores y virtudes del Evangelio y en los principios de la Doctrina Social de la Iglesia».
Hace un llamamiento «a los laicos católicos del país para que estén atentos a los acontecimientos venideros y se mantengan cercanos a las directrices de la voz de la Iglesia a fin de poder discernir a la luz de la fe y bajo la guía del Magisterio, los planteamientos que han de anteceder a las propias decisiones».
Y acoge el llamamiento de los obispos «a intensificar la oración por la Solidaridad y la Reconciliación en Venezuela» proponiendo, junto a otras instancias eclesiales, la celebración de un «Día Nacional de Oración», del que informará oportunamente.