Ante la gran difusión del divorcio, el Papa pide prevención y acompañamiento

Respuesta a la pregunta de un sacerdote

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CIUDAD DEL VATICANO, miércoles, 25 julio 2007 (ZENIT.org).- En una sociedad en la que el divorcio se está convirtiendo en un fenómeno de masa, Benedicto XVI pide a las comunidades católicas responder con «prevención» y «acompañamiento».

Es el consejo que ofreció el martes en una sesión de preguntas y respuestas en la que participaron 400 sacerdotes de las diócesis de Belluno-Feltre y Treviso, en la iglesia de santa Justina Mártir, en Auronzo, localidad cercana a Lorenzago de Cadore, donde pasa las vacaciones.

Para el Papa, la gran novedad del fenómeno, respecto al pasado, es que el divorcio ya forma parte de la vida de muchísimas personas, convirtiéndose en algo normal, y ofuscando la visión del matrimonio indisoluble.

Dos axiomas
«El Derecho Canónico supone que el hombre como tal, aunque no tenga una gran educación académica, pretenda contraer matrimonio según la naturaleza humana, como lo indican los primeros capítulos del Génesis. Es hombre, tiene la naturaleza humana, y por tanto sabe qué es el matrimonio».

«Pero hoy este axioma según el cual el hombre pretende hacer lo que es propio de su naturaleza, un matrimonio único, fiel, se transforma en un axioma algo diferente», pues el divorcio se ha convertido en una experiencia «de las demás personas»

«Ya no sólo habla la naturaleza, sino que también hablan los “demás hombres”, lo que hacen los demás», y lo que hacen los demás «es casarse con la idea de que un día el matrimonio pueda fracasar y se pueda pasar a otro, a un tercero, a un cuarto matrimonio».

«Este modelo “como lo hacen todos” se convierte de este modo en un modelo en contraposición con lo que dice la naturaleza».

Por este motivo, el obispo de Roma considera que «para ayudar a vivir realmente el matrimonio no sólo en el sentido en que lo entiende la Iglesia, sino también el Creador, tenemos que reparar la capacidad de escuchar la naturaleza».

«Redescubrir detrás de lo que hacen todos lo que nos dice la misma naturaleza, que habla de una manera diferente a esta costumbre moderna. Nos invita, de hecho, al matrimonio de por vida, en una fidelidad para toda la vida, incluso con los sufrimientos propios de crecer juntos en el amor».

Preparación y acompañamiento
El obispo de Roma pidió, por tanto, promover los «cursos preparatorios al matrimonio», «un camino de redescubrimiento para volver a aprender lo que nos dice nuestro ser, ayudar a lograr una verdadera decisión por el matrimonio según el Creador y según el Redentor».

«Pero no basta la preparación, las grandes crisis vienen después», reconoció, subrayando la importancia del acompañamiento «al menos en los primeros diez años» de matrimonio.

«Que los sacerdotes y la familias, que ya han pasado por estas experiencias, que conocen estos sufrimientos, estas tentaciones, estén presentes en los momentos de crisis», pidió.

«Es importante la presencia de una red de familias que se ayuden y hay movimientos que pueden ofrecer una gran contribución», añadió, «en esta situación moderna, en la que todo habla contra la fidelidad de por vida».

Divorciados vueltos a casar
En caso de fracaso, el pontífice reconoció que se debe analizar la cuestión de si se dio «realmente la voluntad» que exige el sacramento de vivir el matrimonio indisoluble, «y por este motivo existe eventualmente el proceso para la declaración de nulidad» matrimonial.

«Si se trataba de un verdadero matrimonio y, por tanto, no pueden volver a casarse, la permanente presencia de la Iglesia ayuda a estas personas a soportar otro sufrimiento»: «vivir en un nuevo vínculo, que no es el sacramental y que no permite por tanto la comunión plena en los sacramentos de la Iglesia».

«En este caso, habría que enseñar a aprender a vivir con este sufrimiento», indicó.

También en esta situación, siguió diciendo, «la presencia del sacerdote, de las familias, de los movimientos, la comunión personal y comunitaria, la ayuda del amor al prójimo, un amor muy concreto, son de enorme importancia».

«Y pienso que sólo este amor de la Iglesia, que se concreta con un acompañamiento múltiple, puede ayudar a estas personas a sentirse amadas por Cristo, miembros de la Iglesia aunque atraviesen una situación difícil, y de este modo vivir la fe», concluyó respondiendo a la pregunta de un sacerdote.

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ZENIT Staff

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