ROMA, miércoles, 25 julio 2007 (ZENIT.org).- El matrimonio y la familia son realidades cada vez más frágiles. En el Reino Unido, por ejemplo, las últimas noticias muestran que el número de mujeres que han tenido hijos fuera del matrimonio ha subido un 22% en los últimos 5 años.

Según un reportaje del 29 de junio publicado por el periódico Daily Mail, en el 2006 nacieron fuera del matrimonio un total de 327.000 niños, 59.000 más que en 2001. En términos de proporción con respecto al total de matrimonios, en el 2006 el 43,7% de los bebés nacieron de madres no casadas.

El Daily Mail citaba a Patricia Morgan, autora de algunos estudios sobre la familia, que acusaba al sistema fiscal británico de favorecer la maternidad en soltería. «Dos de cada tres bebés nacidos fuera del matrimonio lo fueron de parejas que tenían un ojo puesto en los servicios sociales», declaró al periódico.

Sus afirmaciones fueron confirmadas por un antiguo ministro para la reforma del estado del bienestar del Partido Laborista. Sostenía que el sistema de impuestos y ayudas «discrimina de forma brutal» a las familias con los dos padres, informaba el periódico Times, el 14 de junio.

Actualmente una madre soltera que trabaje 16 horas a la semana, tras las ventajas fiscales, gana un total de 487 libras a la semana, explicaba Field. En contraste, una familia con ambos padres que ganen el salario mínimo tienen que trabajar 116 horas para obtener los mismos ingresos, puesto que el sistema de créditos impositivos no tiene en cuenta al segundo adulto.

Los efectos negativos de tal sistema en las familias se vieron confirmados por los datos publicados a principios de año por la Oficina para las Estadísticas Nacionales británica (ONS). Según un reportaje del 11 de abril en el periódico Independent, el 24% de los niños en Gran Bretaña vivían sólo con un padre en 2006. Cifra que se puede comparar con el 22% de 2001.

Según la ONS es más probable que estos niños vivan en casas de alquiler y en hogares «no apropiados».

El informe de la ONS también mostraba que desde 1971 la proporción de personas que viven en hogares con familias tradicionales, con parejas e hijos dependientes, ha descendido del 52% al 37% de la población. Además, la proporción de personas que viven en pareja sin hijos ha subido del 19% al 25%.

Índices de matrimonio más bajos
Los datos sobre cifras de matrimonio han provocado que los grupos pro familia adviertan ante la grave amenaza que vive esta institución, informaba el periódico Telegraph el 22 de febrero. Las cifras de la ONS para el 2005 revelaban que el número de personas que eligió casarse descendió en un 10%, llevando al índice de matrimonios más bajo desde que fueron calculados por primera vez en 1862. En 2005 hubo 244.710 matrimonio en Inglaterra y Gales, por debajo de lo 273.070 de 2004.

Las familias en Irlanda también están en declive, según las últimas estadísticas publicadas por la Oficina Central de Estadística. La información hecha pública del censo del 2006 mostraba que, desde 2002, la unidad familiar tradicional ha descendido en todas las principales ciudades de la nación, informaba el Irish Times el 1 de junio.

Además, las parejas que conviven sin casarse son el tipo de unidad familiar que más ha crecido en Irlanda. En 2002, la cifra total de parejas que cohabitaban era de 77.600. En 2006 aumentaron hasta las 121.000, un incremento desde el 8,4% de 2002 al 11,6% del año pasado. Los progenitores solos, la gran mayoría de ellos mujeres, sumaron 152.542 de los hogares irlandeses.

John P. Byrne, autor de un reciente informe sobre impuestos y familia, comentando estas cifras para el Instituto Iona, afirmaba que el actual régimen de impuestos penaliza a las parejas casadas con un solo miembro trabajador con más de 6.240 libras al año.

«Necesitamos examinar, como sociedad, de qué forma podemos hacer que la economía sea más amistosas con las familias», añadía el 28 de junio en una declaración de prensa del instituto.

En Italia, los datos publicados por el Instituto Central de Estadística (ISTAT) revelaban que, de 1995 al 2005, el número de divorcios ha aumentado de forma significativa. Según un reportaje del 26 de junio en el periódico La Repubblica, durante este periodo de 10 años los divorcios aumentaron en un 74%, alcanzando los 47.036 en 2005.

El número de separaciones aumentó un 57,3% en los 10 años, alcanzando las 82,291 en 2005. Según las leyes italianas, la separación es el paso preliminar para poder obtener el divorcio, aunque no todas las parejas que registran su separación acaben en divorcio.

Una de las pocas informaciones que dan algo de esperanza sobre la familia ha venido de Estados Unidos, donde el índice de divorcios sigue descendiendo, informaba Associated Press el 10 de mayo. El índice de divorcio alcanzó su máximo histórico en 1981 con 5,3 divorcios por cada 1.000 personas. Ha seguido descendiendo y ahora está en el 3,6 por 1.000, el índice más bajo desde 1970.

Las cifras del divorcio
No obstante, el 21 de mayo un análisis del Wall Street Journal del reportaje publicado por Associated Press mostraba que la interpretación de los datos no es tan simple. Para empezar las estadísticas tratan los divorcios en proporción con el total de la población, pero no revelan el porcentaje de matrimonios que acaban en divorcio.

Además, aunque los divorcios han descendido, también lo ha hecho el índice de matrimonios por cada 1.000 personas en cerca de un 30% en los últimos 25 años. Por lo tanto, con más parejas cohabitando una parte del descenso de divorcios podría deberse a que la gente vive junta por lo que las eventuales separaciones no cuentan como divorcios. El tema se complica por el hecho de que hace una década el gobierno dejó de recoger estadísticas más detalladas sobre el matrimonio y el divorcio que permitieran un análisis más claro de la situación.

Más datos sobre divorcios vienen de Canadá, en la edición de mayo de «Health Reports», publicado por el organismo del gobierno Statistics Canada. La agencia calculaba que en Canadá se estima que 4 matrimonio de cada 10 terminará en divorcio antes de celebrar su 30º aniversario. Los datos más recientes disponibles del Registro de Divorcios son de 2003. Mostraban que cerca de 71.000 parejas casadas se divorciaron ese año.

El informe dedicaba una parte a detallar los efectos del divorcio. Los estudios detallados de Estados Unidos y Europa surgieren que, en comparación con las personas que siguen juntas, quienes ven como se rompe su matrimonio corren más riesgo de problemas de salud mental, en especial de depresión.

A la disolución del matrimonio suelen seguir dificultades económicas, añadía el informe. Este es el caso sobre todo para las mujeres, que según los datos de un estudio de 10 años en Canadá, entre 1994/1995 y 2004/2005, es tres veces más probable que experimenten un importante descenso de ingresos en el hogar tras el divorcio.

El estudio de Canadá también confirmaba la experiencia del extranjero que muestra un nexo entre divorcio y depresión. Este nexo está presente incluso cuando no se toman en cuenta otros sucesos que suelen acompañar a la ruptura, como el descenso de ingreso y la disminución de apoyo social. El estudia mostraba que son los hombres los que corren más riesgo de experimentar depresión tras el divorcio.

El corazón de la vida
La vida familiar sigue siendo un tema frecuente en los discursos de Benedicto XVI. La familia «ha sido y es escuela de la fe, palestra de valores humanos y cívicos, hogar en el que la vida humana nace y se acoge generosa y responsablemente», observaba el 13 de mayo en su discurso de apertura del V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe.

El Papa también observaba que la familia se enfrenta a situacion es adversas debido a las fuerzas del secularismo, del relativismo ético, de la pobreza y de la legislación que debilita el matrimonio. Es indispensable, animaba, que la Iglesia emprenda un vigoroso cuidado pastoral de las familias.

Además, continuaba el pontífice, es indispensable promover la vida familiar a través de adecuadas políticas públicas. «La familia», afirmó, «forma parte del bien de los pueblos y de la humanidad entera».

Por el padre John Flynn, L. C.