Por qué no es posible decir «Cristo sí, la Iglesia no»

Según el teólogo Salvador Pié-Ninot en un nuevo libro

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BARCELONA, jueves, 6 septiembre 2007 (ZENIT.org).- Lejos está la idea de Iglesia como «sociedad perfecta». La Iglesia es comunión y es sacramentalidad. Un volumen del catedrático español de teología fundamental Salvador Pié-Ninot se pregunta –y responde– por qué no es posible decir «Cristo sí, la Iglesia no».

El nuevo volumen es «Eclesiología. La sacramentalidad de la comunidad cristiana» y está editado por Ediciones «Sígueme», en su colección de manuales «Lux Mundi».

«Parto de la convicción –que debe ser bien entendida– de que el tema de la Iglesia necesita un “descentramiento” para poder concebirla no tanto como término y objeto de la fe, sino como el modo y el ámbito comunitario-sacramental desde donde se profesa, se celebra y se atestigua la fe cristiana, y de esa forma recuperar el poder “creer en la Iglesia” como un creer eclesialmente», expone a Zenit el profesor.

«En efecto, como dice el Catecismo de la Iglesia Católica (CIC) en el “Símbolo de los apóstoles” hacemos profesión de creer que existe una Iglesia santa, y no de creer en la Iglesia, para no confundir a Dios con su obras» (CIC 750)», precisa.

Salvador Pié-Ninot añade que de esta forma queda claro el carácter de «signo e instrumento» de la Iglesia, que es lo que significa la palabra más técnica de «sacramento», ya que la Iglesia está al servicio y tiene su porqué en estas dos realidades profundas: «la unión íntima con Dios –es decir, la filiación con Dios para poderlo invocar como Padre–, y la unión de todo el género humano –es decir, la fraternidad en Jesucristo, para poder reconocer a todos como verdaderos hermanos».

«Por esto es importante reafirmar que el centro de la fe es Jesucristo, y que su seno materno es la Iglesia, que está a su servicio como su “sacramento” o “comunidad sacramental” de la salvación (teniendo presente que si uno “margina” a la madre más fácilmente puede “marginar” al hijo)», observa este profesor de la Universidad Pontificia Gregoriana.

La obra del teólogo catalán inicia con una introducción a las grandes cuestiones que han marcado la comprensión de la Iglesia desde sus inicios.

«En sus dos mil años de historia la Iglesia ha acentuado dos dimensiones fundamentales: su ser “comunidad sacramental” de la fe, que fue prioritaria en el primer Milenio hasta la división con las Iglesias ortodoxas en 1054, y su ser ‘sociedad organizada’ en el mundo, que ha sido la visión más elaborada en el segundo Milenio eclesial, sintetizada particularmente en el Concilio Vaticano I (1870)».

«El Concilio Vaticano II (1962-1965) ha querido realizar una síntesis de ambas perspectivas», afirma.

El autor ofrece una fundamentación de la Iglesia basada en su «radicación en Cristo» y también se detiene en los distintos nombres que la definen como por ejemplo «Cuerpo de Cristo» o «Pueblo de Dios».

Un gran apartado está dedicado a la sacramentalidad (Iglesia sacramento universal de la salvación).

Pié-Ninot, que también es profesor en la Facultad de Teología de Cataluña, cuenta a Zenit que la Iglesia es un misterio, una paradoja: «Sabemos que la Iglesia como misterio es “santa”, gracias a los dones santos de la palabra de Dios y de los sacramentos, pero a la vez, que la Iglesia tiene en su seno pecadores y por esto siempre está necesitada de purificación».

«De hecho el “misterio” de la Iglesia aparece como una “paradoja” en la historia humana, dado que el hombre es una paradoja viviente y la misma Encarnación del Verbo es la paradoja suprema», reconoce este teólogo.

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ZENIT Staff

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