Cerca de la mitad de los más de 71 millones de habitantes de Etiopía es musulmana; los ortodoxos representan por su parte entre un 35% y un 40% de la población etíope.
La Iglesia católica ha estado presente en Etiopía desde el inicio de la cristiandad, aunque múltiples factores han hecho de su expansión una tarea no fácil.
Si bien el porcentaje de católicos en el país es reducido –menos del 1%–, en proporción la Iglesia católica es muy activa a través de la red de sus instituciones, y más de medio centenar de congregaciones religiosas unen su labor a la vida eclesial local.
El martes Etiopía celebró el inicio del año 2000 según el particular calendario etíope, basado en antiguos cálculos astronómicos egipcios y en los calendarios copto, hebreo y juliano.
Diversas liturgias e iniciativas parroquiales marcan, en la Iglesia local, esta celebración.
«Este año representa mucho», reconoce a los micrófonos de Radio Vaticana el arzobispo metropolitano de Addis Abeba, monseñor Berhaneyesus Demerew Souraphiel CM.
«El domingo se celebrará una Misa Solemne aquí, en la catedral católica de Addis Abeba, con todos los obispos de Etiopía –anuncia–. Durante la celebración recibimos la cruz bendecida por el Papa en Loreto, que después llevaremos a todas las diócesis como una señal del hecho de que Etiopía es un país cristiano, antiquísimo, y que Nuestro Señor Jesucristo siempre lo ha protegido».
Subraya también que «este milenio representa una ocasión especial para dar a conocer Etiopía no como un país donde hay hambre, sequía, sino como una nación que ahora está cambiando verdaderamente a través del camino del desarrollo».
«Y la Iglesia tiene un gran papel en este proceso –reconoce– orientado a mostrar una imagen diferente de Etiopía; la Iglesia desea hacer que la gente aprenda a mirar adelante con esperanza».
De acuerdo con el prelado, durante este jubileo el mensaje que la Iglesia desea transmitir a los cristianos es que sean fieles a su fe, que profundicen en ella, que la vivan personalmente, que compartan la espiritualidad etiópica y ofrezcan hospitalidad los pobres, a los enfermos, sobre todo a los que padecen Sida, y que sean «esperanza para este país hasta ahora conocido como un país pobre, pero que no es pobre espiritualmente».
«Queremos además decir a nuestros fieles que vivan aquí, que no se planteen trasladarse a Oriente Medio, Europa, América, porque tampoco allí existe el paraíso –añade el arzobispo de Addis Abeba–. Debe cambiar la situación aquí a través de la educación, la sanidad, el desarrollo».
«Mirando al futuro deseamos y oramos por la paz, porque es el fundamento para el desarrollo, para modificar las cosas, para convivir con nuestros vecinos», subraya el prelado, apuntando al hecho de que esa región del noreste de África padece inestabilidad política.
Por eso «queremos cambiar esta situación, a fin de que la gente y las naciones puedan convivir pacíficamente: esto conducirá a soluciones permanentes –declara–. La Iglesia trabaja con todas las organizaciones católicas por este objetivo y estamos verdaderamente felices y orgullosos de ser parte de la Iglesia católica universal».
Y es que «dondequiera que la Iglesia católica está presente, forma parte de la Iglesia universal», concluye.