ROMA, martes, 11 junio 2007 (ZENIT.org).- En su discurso inaugural al Consejo Permanente de la Conferencia Episcopal italiana (CEI), reunido en Roma, este lunes, monseñor Angelo Bagnasco, presidente de la misma, calificó la aplicación del «motu proprio» «Summorum Pontificum» como una «medida encaminada a unir y a enfervorizar a la comunidad cristiana».
El presidente de la CEI subrayó su «pronta e incondicional colaboración» con Benedicto XVI, «en especial cuando surgen en la opinión pública voces críticas y discordantes».
Tras recordar que el objetivo del «motu proprio» relativo al uso de la liturgia romana, anterior a la reforma de 1970, «es claramente todo espiritual y pastoral», monseñor Bagnasco explicó, con palabras de Benedicto XVI, que «hace bien a todos conservar las riquezas que han crecido en la fe y en la oración de la Iglesia».
Es necesario «hacer todos los esfuerzos para que se haga posible, a todos aquellos que tienen verdaderamente el deseo de la unidad, permanecer en esta unidad o reencontrarla nuevamente».
El prelado precisó que, con el Misal Romano promulgado por San Pío V y actualizado por el beato Juan XXIII en 1962, y el de Pablo VI de 1970, «no habrá dos ritos» sino «un uso doble del único y mismo rito», que «todos queremos esté cada vez más en el centro de la dinámica eclesial, oportunidad de una plena reconciliación y de una unidad viva en la misma Iglesia».
Según el arzobispo de Génova, «el Papa anima a adoptar una clave de lectura inclusiva, no de oposición «, porque «tanto en la historia de la liturgia como en la vida de la Iglesia, hay crecimiento y progreso, pero ninguna ruptura» y «es la solicitud por la unidad de la Iglesia ‘en el espacio y en el tiempo’ la palanca que mueve a Benedicto XVI, una tensión que fundamentalmente corresponde al sucesor de Pedro».
El presidente de la CEI subrayó que «esta pasión por la unidad debe mover a cada cristiano y a cada pastor ante las perspectivas que se abren con el ‘motu proprio’».
«Por tanto, no se trata de búsqueda de un propio lujo estético, desligado de la comunidad, y a lo mejor en contraposición a otros –añadió– sino de voluntad de integrarse cada vez más en el Misterio de la Iglesia, que ora y celebra, sin excluir a nadie y sin impedimento cerrado hacia otras formas litúrgicas o respecto al Concilio Vaticano II».
«Sólo así se evitará que un procedimiento encaminado a unir y a enfervorizar a la comunidad cristiana sea en cambio usado para herirla y dividirla», añadió.
Sobre la cuestión que tanto ha atraído la atención del mundo incluso no eclesial, monseñor Bagnasco se mostró «razonablemente optimista sobre la mejor valoración del ‘motu proprio’ en la vida de nuestras parroquias», afirmando confiar en el hecho de «que tales preocupaciones pesimistas, surgidas inmediatamente, se revelarán pronto infundadas»
«El sentido de equilibrio que, desde siempre, caracteriza a nuestro clero y, por tanto, a nuestra pastoral –concluyó el presidente de la CEI- hará encontrar, gracias a la acción moderadora de los obispos, los modos justos para hacer germinar el pimpollo nuevo de la planta viva de la liturgia eclesial, y más todavía, en última instancia, para relanzar e incrementar la misma en su conjunto».