Pablo VI profetizó los riesgos de un progreso sin ética; recuerda Benedicto XVI

Concierto en Castel Gandolfo por los 110 años del nacimiento de Pablo VI

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CIUDAD DEL VATICANO, jueves, 27 septiembre 2007 (ZENIT.org).- Pablo VI, hábil timonel de la Iglesia durante el Concilio Vaticano II, profetizó las contradicciones de un progreso separado de fundamentos éticos y espirituales, recuerda Benedicto XVI.

Lo explicó este miércoles al participar en el concierto de la Orquesta Festival Pianístico Internacional Arturo Benedetti Michelangeli, de Brescia y Bérgamo, Italia, con motivo del 110 aniversario del nacimiento de Pablo VI, el 26 de septiembre de 1897, en Concesio, provincia de Brescia.

Al acabar el concierto, el Papa, tras saludar a los presentes, quiso rendir homenaje al «espíritu de sabiduría evangélica» con el que el Papa Giovanni Battista Montini «supo guiar a la Iglesia durante y tras el Concilio Vaticano II».

«Advirtió con profética intuición, las esperanzas y las inquietudes de los hombres de aquella época; se esforzó en valorar sus experiencias positivas, tratando de iluminarlas con la luz de la verdad y del amor de Cristo, el único Redentor de la humanidad», añadió.

«El amor que alimentaba por la humanidad con sus progresos, sus maravillosos descubrimientos, las ventajas y las facilidades de la ciencia y de la técnica, no le impidió sin embargo poner también de manifiesto las contradicciones, los errores y los riesgos de un progreso científico y tecnológico, desenganchado de una sólida referencia a los valores éticos y espirituales».

«Pablo VI fue prudente y valiente en guiar a la Iglesia con un realismo y un optimismo evangélico, alimentados por una fe indómita».

«Auspició la venida de la ‘civilización del amor’, convencido de que la caridad evangélica es el elemento indispensable para construir una auténtica fraternidad universal».

«Sólo Cristo, verdadero Dios y verdadero hombre, puede convertir el ánimo humano y hacerlo capaz de contribuir a realizar una sociedad justa y solidaria», dijo.

«Rogamos –dijo antes de despedirse– que su ejemplo y sus enseñanzas sean para nosotros ánimo y estímulo para amar cada vez más a Cristo y a la Iglesia, animados por aquella indómita esperanza que sostuvo al Papa Montini hasta el término de su existencia».

El programa del concierto incluyó piezas de Antonio Vivaldi, Johann Sebastian Bach y Wolfgang Amadeus Mozart. Como solistas actuaron Marco Rizzi al violín, y Alexander Romanovsky al piano.

Dirigió la orquesta Agostino Orizio, 85 años, alumno del legendario pianista Arturo Benedetti Michelangeli, al que está dedicado el Festival, y bresciano como Michelangeli y el Papa Montini, con quien estuvo unido por lazos de amistad.

La Orquesta del Festival Pianístico Arturo Benedetti Michelangeli se creó en 1963, con el nombre del luthier Gasparo da Salò, por iniciativa de Agostino Orizio, que es todavía su director residente. En 1964, la Orquesta se convirtió en un complejo de cámara oficial del Festival Michelangeli.

El Festival Pianístico Internacional Arturo Benedetti Michelangeli, que mira a conseguir la mayor difusión de la cultura musical entre el público, es considerado uno de los más importantes festivales mundiales de piano. Desde 1988, pertenece a la Association Européenne des Festivals.

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ZENIT Staff

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