BUENOS AIRES, domingo, 4 noviembre 2007 (ZENIT.org–Aica).- Tal y como fuera solicitado desde la Santa Sede, como parte del proceso de beatificación, el lunes 29 de octubre se exhumaron los restos de Ceferino Namuncurá para proceder a su reconocimiento oficial.
Estuvieron presentes el arzobispo de Bahía Blanca, monseñor Guillermo Garlatti, su obispo auxiliar, monseñor Pedro Laxague; el Inspector Salesiano, padre Vicente Tirabasso; los padres Pablo Castiglia (canonista de la Curia), Martín Dumrauf (Rector del Santuario), Rubén Hipperdinger (Director de Fortín Mercedes) y Vicente Martínez Torrens (por el Archivo Histórico Inspectorial); los doctores Daniel Barca y Carlos Casalini y la licenciada Emma Vila (canciller del Arzobispado).
El acto lo inició el arzobispo, quien invitó a una oración, acompañada por la lectura del Evangelio que se proclamará en la misa del 11 de noviembre, día de su beatificación.
Según se informa en el sitio oficial de la causa, luego de abrir la actual urna funeraria se extrajo la otra –la más antigua– que se encontraba lacrada, y se dio lectura a las diversas actas que estaban depositadas en un tubo metálico en el interior de dicha urna.
En el tubo se encontraron también algunas monedas correspondientes a las diferentes fechas en que los restos fueron cambiados de un lugar a otro.
En las actas se da fe de que estos restos pertenecen al siervo de Dios fallecido en Roma el 11 de mayo de 1905.
A continuación, los médicos procedieron a reconocer los restos, verificando que los huesos se encontraban en un óptimo estado de conservación, muy bien preservados de la humedad.
Posteriormente fueron depositados en la misma urna, que fue nuevamente sellada.
Finalmente se labró un acta que dejó constancia del proceso, la cual que será colocada en el féretro de madera.
Los restos fueron depositados en el nuevo altar, dedicado a Ceferino Namuncurá, que se está terminando de construir en el santuario fortinense.
Ceferino Namuncurà nació el 26 de agosto de 1886 en Chimpay (Pcia. de Río Negro), hijo de Manuel Namuncurá (cacique de la tribu Namuncurá) y de Rosario Burgos (una cautiva nacida en Chile).
A los 11 años fue a Buenos Aires «a estudiar para hacer bien a mi raza» (como solía decir), como alumno del Colegio Salesiano Pío IX. En febrero de 1903 entró al aspirantado salesiano en el Colegio San Francisco de Sales en Viedma.
Allí su salud, minada desde unos años antes por la tuberculosis (la enfermedad contra la cual la raza mapuche no tenía defensas), se resintió en forma extrema.
En el año 1904, juntamente con monseñor Juan Cagliero, viajó a Italia donde se esperaba pudiera encontrar la cura necesaria. Allí visitó en Turín la tumba de San Juan Bosco. En Roma fue presentado al Papa San Pío X; hizo un pequeño discurso en italiano y le ofreció un «quillango».
Continuó en Italia los estudios, en Turín y después en Roma. Pero el 28 de marzo de 1905 fue internado en el hospital de los Hermanos de San Juan de Dios de la isla Tiberina, donde murió el 11 de noviembre.