CIUDAD DEL VATICANO, viernes, 9 noviembre 2007 (ZENIT.org).- «Una Tierra Santa abierta, dinámica, libre» es lo que desea el presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos a su regreso de la región, en la que se vislumbran signos de esperanza para un futuro en paz.
El cardenal Walter Kasper hace balance paso a paso –en la edición en lengua italiana del 9 de noviembre de «L’Osservatore Romano»– del viaje que ha realizado del 27 de octubre al 2 de noviembre, durante el cual ha podido tomar el pulso de la situación de los católicos en tierras de Jesús.
«La comunidad católica vive y trabaja, pero cada día corre un gran riesgo: el de los cristianos que emigran –alerta–. Los jóvenes cristianos palestinos mejor preparados y formados emigran a Europa y a los Estados Unidos. Y queda así un vacío».
«No queremos una Tierra Santa «muerta»; no queremos admirar «piedras muertas", sino «piedras vivas» –recalca–; una Tierra Santa abierta, dinámica, libre».
Las primeras metas del itinerario del purpurado fueron las visitas al Patriarcado de Jerusalén de los Latinos y al seminario patriarcal de Beut Jala. También se unió a la fiesta patronal que la Iglesia en Tierra Santa celebra cada año en el santuario de Deir Rafat, dedicado a la Reina de la Paz.
«La Virgen, recordé, es la Madre de la confianza de los cristianos –relata al diario de la Santa Sede–. Bajo la Cruz, María encendió en el corazón de los hombres una nueva esperanza de vida».
Y «gran signo de esperanza» es precisamente, en su opinión, la presencia de la universidad católica de Belén, donde también estuvo. Pudo constatar que la convivencia entre jóvenes cristianos y musulmanes es buena.
«Esta convivencia pacífica es un gran signo de esperanza para el futuro. Con ellos a la vez ya está presente el mañana de paz», apunta.
El cardenal Kasper mantuvo encuentros con personalidades de las demás Iglesias cristianas: «Se registra una convergente cooperación entre las Iglesias en Tierra Santa» y «son notables los progresos»; «el clima es amistoso entre católicos, ortodoxos, greco ortodoxos, armenios, melquitas, coptos, sirios, etcétera», «y se habla mucho juntos» confirmó.
«Nuevas vías ecuménicas de futuro» ha abierto –recuerda– el documento aprobado en Rávena (donde, del 8 al 14 de octubre, se reunió la Comisión mixta internacional para el diálogo teológico entre la Iglesia católica y la Iglesia ortodoxa), un texto que estudia el ejercicio de la autoridad y la colegialidad en la Iglesia, en distintos niveles (v. Zenit, 7 noviembre 2007), y que constituye una premisa para proseguir el diálogo.
Además «las demás Iglesias están agradecidas a la Santa Sede por la ayuda indirecta que reciben por la acción diplomática dirigida a las autoridades del Estado de Israel», y «ha crecido la confianza respecto a la Iglesia católica», añade el cardenal Kasper.
Asimismo «ha aumentado la confianza entre judíos y cristianos», expresa. «El diálogo con los hermanos mayores debe dar frutos en una doble dirección: en el plano de la educación y en el plano de la formación», pues «chicos y chicas israelíes, conociendo la historia del cristianismo, pueden abrirse al diálogo y al respeto recíproco», subraya.
Los centros culturales católicos «llevan igualmente adelante, muy bien, el diálogo con los estudiosos judíos», ha podido constatar el cardenal Kasper, también presidente de la Comisión –vinculada a su dicasterio– para las relaciones religiosas con el Judaísmo.
Y «muy positiva» –señala el purpurado– fue la atmósfera de su reunión con el presidente Shimon Peres: «Los cristianos, me ha dicho, son bienvenidos en este país. Si por un lado no se sienten bien recibidos, por otro lado ellos constituyen un dato de hecho esencial. Pertenecen a este país. La Iglesia está presente aquí desde el siglo primero. Los cristianos pueden y deben hacer de puente entre judíos y musulmanes»
Antes de terminar la entrevista en el diario de la Santa Sede, el cardenal Kasper alude a la cuestión política de la región: «Ha llegado la hora de aliviar los controles –pide–. El «problema de los visados» sigue siendo grave. Trasladarse de Jerusalén a los territorios palestinos no es fácil. Clero, religiosas y seminaristas, para visitar a familiares y amigos en Palestina, deben someterse a normas férreas».
«El presidente Peres, el rabino jefe y el ministro del interior se han interesado también por la solución de este problema. El nuncio apostólico, monseñor Antonio Franco, ha entregado una «nota» al ministro del Interior. La promesa ha sido la de ocuparse con atención de este problema y dar pronto soluciones positivas», concluye.