BÉLGICA, domingo, 24 febrero 2008 (ZENIT.org).- Ha sido elegido recientemente el nuevo Comité Ejecutivo de la Unión de Conferencias Europeas de Superiores y Superioras Mayores (UCESM). Representantes de 38 Conferencias de Religiosos de Europa se dieron cita en la XIII Asamblea General de la UCESM celebrada en Torhout, Bélgica, del 11 al 17 de febrero.
Han sido elegidos la religiosa salesiana de Bélgica, presidente; el religioso portugués Manuel Joaquim Gomes Barbosa, dehoniano, vicepresidente; la religiosa polaca Danuta Wrobel, hermanita sierva de María Inmaculada, consejero, y el misionero claretiano español Mariano Sedano Sierra, presidente de Conferencia Rusa de Superiores y Superioras Mayores (CORSUM), también consejero.
Al encuentro, que se celebra cada dos años, asistieron asambleístas de 38 Conferencias de religiosos y religiosas de 26 países de Europa, en representación de los 400.000 religiosos y religiosas de toda Europa.
Entre los invitados de diversas instituciones, la Asamblea de la UCESM contó con la presencia del prefecto de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y Sociedades de Vida Apostólica, cardenal Franc Rodé; el presidente de la Conferencia Episcopal Belga y arzobispo de Malines-Bruselas, cardenal Godfried Danneels; el nuncio apostólico en Bélgica, monseñor Kart-Josef Rauber; el obispo Roger Vangheluwe de Brujas, y el secretario general de la Comisión de los Episcopados de la Comunidad Europea, Noel Treanor.
Bajo el lema «Pasión por Cristo, pasión por la humanidad, vividas en comunidad. ¿Qué aporta la vida comunitaria a Europa?» los miembros de la Asamblea reflexionaron sobre «el sentido de la vida religiosa vivida en comunidad, como lugar de fraternidad y comunión en la fe y en la solidaridad en el seno de la sociedad, donde la reconciliación y la esperanza son posibles», según hizo público la UCESM en un comunicado.
La Asamblea General de la UCESM reconoce el sentimiento de los consagrados europeos como «portadores de un gran proyecto de espiritualidad y fraternidad», tal y como se recoge en su mensaje final destinado a los religiosos y religiosas de Europa. A través de los siglos los religiosos y religiosas europeos «han contribuido a la identidad cultural, humana y espiritual» de Europa, y en este momento, señalan los miembros de la Asamblea, «queremos aportar nuestra parte para que Europa no pierda sus raíces más profundas».