CIUDAD DEL VATICANO, domingo, 1 junio 2008 (ZENIT.org).- Es un deber ético luchar contra el hambre, especialmente entre los niños, respetando la creación, ha asegurado Benedicto XVI al exponer los desafíos más apremiantes que afronta Guatemala.
Portador de este mensaje del Papa es el nuevo embajador del país centroamericano, Acisclo Valladares Molina, reconocido abogado, dos veces candidato a la presidencia de la República (1995 e 1998), quien ya ha sido embajador ante la Santa Sede (2000-2004).
En el discurso que entregó al diplomático durante la ceremonia de presentación de sus cartas credenciales, el pontífice se detuvo precisamente ante la cuestión de «la desnutrición de numerosos niños».
«El derecho a la alimentación responde principalmente a una motivación ética: ‘dar de comer a los hambrientos’ (cf. Mateo 25,35), que apremia a compartir los bienes materiales como muestra del amor que todos necesitamos», explicó.
Según el obispo de Roma, «el objetivo de erradicar el hambre y, al mismo tiempo, contar con una alimentación sana y suficiente, requiere también métodos y acciones específicas que permitan una explotación de los recursos que respete el patrimonio de la creación».
Trabajar en esta dirección, indicó, «es una prioridad que conlleva no sólo beneficiarse de los resultados de la ciencia, de la investigación y de las tecnologías, sino tener también en cuenta los ciclos y el ritmo de la naturaleza conocidos por la gente de zonas rurales, así como proteger los usos tradicionales de las comunidades indígenas, dejando a un lado razones egoístas y exclusivamente económicas».
El sucesor del apóstol Pedro considera que «este derecho primario a la alimentación está intrínsecamente vinculado con la tutela y defensa de la vida humana, roca firme e inviolable donde se apoya todo el edificio de los derechos humanos».
«Nunca será bastante –aseguró– el esmero que hay que poner para atender a las madres, especialmente a las que se hallan en grave dificultad, de modo que puedan traer a su prole al mundo con dignidad, evitando así el injustificable recurso al aborto».
«En este sentido, salvaguardar la vida humana, en particular la no nacida y ya concebida, cuya inocencia y desprotección es mayor, es una tarea siempre vigente, con la que está relacionado, por su propia naturaleza, el facilitar que la adopción de los niños esté garantizada en todo momento por la legalidad de los procedimientos utilizados para ello».
Benedicto XVI también afrontó «el flagelo de la violencia social», que según constató, «se agudiza a menudo por la falta de diálogo y de cohesión en los hogares, por lacerantes desigualdades económicas, por graves negligencias y deficiencias sanitarias, por el consumo y el tráfico de droga o por la lacra de la corrupción».
En este sentido mostró su satisfacción al constatar los pasos que se ha dado Guatemala «en la lucha contra estas tragedias, y que han de continuar, promoviendo la cooperación de todos para acabar con ellas a través del cultivo de los rectos valores y el combate a la ilegalidad, la impunidad y el soborno».
El discurso del Papa al nuevo embajador de Guatemala puede leerse en la sección de documentos de la página web de Zenit.