SANTIAGO DE CHILE, jueves, 12 junio 2008 (ZENIT.org).- El 29 y 30 de mayo en la ciudad de Santiago de Chile se reunieron pastores de la Iglesia y dirigentes de empresas provenientes de 15 países de América en el IX Simposio CELAM-Uniapac. Bajo el título «El Desafío del Empresario Cristiano a la Luz de Aparecida» reabrieron un espacio de diálogo y reflexión que se da cada dos años, desde hace más de dos décadas.
Los asistentes se encontraron, afirma la declaración final «para discernir, unidos en el Espíritu, los desafíos que nos proponen el acontecimiento de la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, celebrado en mayo del 2007 en Aparecida, y el reciente documento de la Unión Internacional Cristiana de Dirigentes de Empresa (Uniapac): ‘La rentabilidad de los valores. Una visión cristiana de la responsabilidad social empresarial'».
El Simposio contó con cuatro conferencias, paneles y grupos de trabajo «que generaron conclusiones muy productivas –informa a Zenit María José Orellano, secretaria general de Uniapac. Fue un evento enriquecedor para todos los participantes».
Los participantes de Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, El Salvador, Estados Unidos, Honduras, México, Paraguay, Perú, República Dominicana, Uruguay y Venezuela, afirman en su declaración final que la espiritualidad, como encuentro personal con Cristo, es clave».
«Ella -añaden- no es un complemento para vivir mejor los valores éticos sino su fuente, condición de posibilidad y culminación. Genera exigencias que no se resuelven sólo en la racionalidad de la ética».
«La conversión del corazón -sigue la declaración final- nos abre a la vida de Dios, nos hace sus discípulos y nos invita a la misión. La fe no nos encierra en un goce intimista sino que nos dispone para comprender y responder a las necesidades del prójimo. Así como Cristo es el mediador del encuentro con el Padre, el otro, especialmente el más pobre y excluido, es el mediador de nuestro encuentro con Cristo».
Los participantes se comprometen a «a asumir oportunidades y desafíos inéditos que las realidades de orden económico, financiero, social y cultural del mundo globalizado ponen a las empresas en América Latina y el Caribe».
Para ello, indican, «es necesario buscar juntos cómo vivir y promover los principios y valores de la doctrina social de la Iglesia y de la responsabilidad social empresarial, en el contexto de empresas rentables y sustentables».
Así, «con el fin de lograr una mayor y mejor vida para nuestros pueblos», los participantes en el Simposio asumen conjuntamente el compromiso de «educar en los mencionados principios y valores, y difundirlos» así como «encontrar formas de aplicarlos a las realidades cotidianas de las empresas».
Así mismo se comprometen a «revalorizar a la empresa como agente para la consecución del bien común» y a «exhortar a toda empresa para que considere a la persona como centro de su actividad, favoreciendo el respeto de su dignidad y la búsqueda de su desarrollo integral».
Se proponen también «colaborar en la reducción de los índices de pobreza en nuestros países a través de la generación de empleo decente y productivo, y de la capacitación para mejorar la empleabilidad»; «fomentar la mayor inserción posible de las personas en la sociedad del conocimiento y contribuir para una mejora sustancial de la calidad de la educación»; y «aumentar el diálogo, la colaboración y el desarrollo de iniciativas conjuntas entre los pastores de la Iglesia y los líderes empresariales».
Y concluyen pidiendo la acción del Espíritu para que «pastores y líderes empresariales hagamos realidad estos compromisos de modo que contribuyan a mejorar la preocupante situación de América Latina y el Caribe».
Por Nieves San Martín