San Pedro y San Pablo: “inseparables”

El obispo de Terrassa explica qué pretende el Papa con el año jubilar paulino

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TERRASSA, jueves, 19 junio 2008 (ZENIT.org).- Josep Ángel Saiz Meneses, obispo de la diócesis de Terrassa, recuerda el vínculo intrínseco que une a san Pedro y a san Pablo ante el inminente año paulino que empieza el próximo 28 de junio. 

«Desde los comienzo de la era cristiana, la tradición ha considerado a san Pedro y a San Pablo inseparables el uno del otro, aunque cada uno tuvo una misión diversa que cumplir: San Pedro fue el primero en confesar la fe en Cristo; san Pablo obtuvo el don de poder profundizar en su riqueza», escribe en su carta dominical. 

«San Pedro fundó la primera comunidad de cristianos provenientes del pueblo elegido; San Pablo se convirtió en el apóstol de los gentiles. Con carismas diversos –y no sin algunas tensiones entre ellos– trabajaron ambos por una única causa: el testimonio de Jesucristo y la construcción de su Iglesia», reconoce. 

«¿Qué pretende Benedicto XVI al proclamar este año jubilar paulino?», se pregunta este joven obispo: «La respuesta nos la dio el mismo Papa en la homilía en el curso de la cual hizo el anuncio: aprovechar esta ocasión para unirnos más profundamente a Cristo mediante la fe, la esperanza y el amor, y para dar testimonio de él ante nuestra sociedad de hoy».

"Será bueno acogernos a las mismas palabras del Santo Padre. En su homilía, el Papa aludió a un detalle muy personal de san Pablo. Es una circunstancia que nos puede iluminar a nosotros, cristianos de hoy, que sentimos la responsabilidad de dar testimonio de Cristo y «con temor y temblor» -como Pablo- quizá sentimos la dificultad de hacerlo con coherencia y el miedo a que no seamos escuchados», alienta.

El obispo de la nueva diócesis de Terrassa, que acaba de cumplir cuatro años después de brotar de la antigua archidiócesis de Barcelona, escribe que san Pablo no sabía hablar muy bien, pero esto no impidió que su labor apostólica calara en la gente.

«Por sus cartas sabemos que San Pablo no sabía hablar muy bien; más aún, compartía con Moisés y Jeremías la falta de talento oratorio. ‘Su presencia física es pobre y su palabra despreciable’ (2 Co 10, 10). Por lo tanto, los extraordinarios resultados apostólicos que pudo conseguir no se deben atribuir a una brillante retórica o a refinadas estrategias apologéticas y misioneras. El éxito de su apostolado depende, sobre todo, de su compromiso personal al anunciar el Evangelio con total entrega a Cristo». afirma.

«Este creo que ha de ser el primer fruto de este año paulino: imitar al gran apóstol en la entrega a Cristo y en la valentía en dar testimonio de nuestra fe», anima el obispo Saiz Meneses.

Por Miriam Díez i Bosch

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ZENIT Staff

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