El Papa bendice la estatuta de san Luigi Orione, apóstol de los marginados

Colocada en un nicho exterior de la Basílica vaticana

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CIUDAD DEL VATICANO, miércoles, 25 junio 2008 (ZENIT.org).- «Sólo la caridad salvará el mundo». Esta es la frase esculpida en el libro abierto del Evangelio que sostiene con una mano la estatua de san Luigi Orione, fundador de la Pequeña Obra de la Divina Providencia, colocada en uno de los nichos exteriores de la Basílica Vaticana.

Benedicto XVI la bendijo en la mañana del miércoles antes de participar en la audiencia general.

En presencia del padre Flavio Peloso, director general e la Pequeña Obra de la Divina Providencia, y del acalde de Roma, Gianni Alemanno, el Papa pronunció la oración y asperjó con agua bendita la estatua.

Al final de la  audiencia, el obispo de Roma saludó «con gran afecto» a la Familia Orionina y manifestó el deseo de que la inauguración de la estatua del fundador de esa institución constituyera «para todos sus hijos espirituales, un estímulo renovado para proseguir el camino trazado por san Luigi Orione, especialmente para traer al sucesor de Pedro, como él mismo decía, a los más pequeños, a las clases humildes, a los obreros pobres y a los marginados por la vida, que son los más amados por Cristo y los tesoros verdaderos de la Iglesia de Jesucristo».

Luigi Orione nació en Pontecurone, diócesis de Tortona (Italia), el 23 de junio de 1872. Siendo seminarista , se dedicó a vivir la solidaridad con el prójimo en la Sociedad de Mutuo Socorro San Marciano y en la Conferencia de San Vicente.

El 3 de julio de 1892, abrió en Tortona el primer Oratorio para cuidar la educación cristiana de los jóvenes. A los 21 años abrió un colegio para chicos pobres en el barrio San Bernardino.

El 13 de abril de 1895, Luis Orione fue ordenado sacerdote y, al mismo tiempo, el obispo impuso el hábito clerical a seis alumnos de su colegio.

Alrededor del joven Fundador crecieron clérigos y sacerdotes que formaron el primer núcleo de la Pequeña Obra de la Divina Providencia. En 1899 inició la rama de los ermitaños de la Divina Providencia.

Socorrió heroicamente a las poblaciones damnificadas por los terremotos de Reggio y de Messina (1908) y por el de la Marsica (1915).

El 29 de junio de 1915 dio inicio a la Congregación de las Pequeñas Hermanas Misioneras de la Caridad, animadas por el mismo carisma fundacional y, en el 1927, las Hermanas adoratrices Sacramentinas invidentes, a las que se añadirán después las Contemplativas de Jesús Crucificado.

Organizó a los laicos en las asociaciones de las «Damas de la Divina Providencia», los «Ex Alumnos» y los «Amigos». Después tomará cuerpo el Instituto Secular Orionino y el Movimiento Laical Orionino.

Después de la primera guerra mundial (1914-1918) se multiplicaron las escuelas, colegios, colonias agrícolas, obras caritativas y asistenciales. Entre las obras más características, creó los «Pequeños Cottolengos», para los que sufren y los abandonados, surgidos en la periferia de las grandes ciudades como «nuevos púlpitos» desde los que hablar de Cristo y de la Iglesia, «faros de fe y de humanidad».

El celo misionero de Don Orione, que ya se había manifestado con el envío a Brasil en 1913 de sus primeros religiosos, se extendió después a Argentina y Uruguay (1921), Inglaterra (1935) y Albania (1936). En 1921-1922 y en 1934-1937, él mismo realizó dos viajes a América Latina, Argentina, Brasil y Uruguay, llegando hasta Chile.

Su cuerpo, intacto en el momento de la primera exhumación en 1965, fu puesto en un lugar de honor en el santuario de la Virgen de la Guardia de Tortona, después de que, el 26 de octubre de 1980, Juan Pablo II inscribiera su nombre en el elenco de los beatos. El mismo Papa le canonizó el 16 de mayo de 2004. Su memoria litúrgica se celebra el 12 de marzo.

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ZENIT Staff

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