El Papa pide a los obispos de Hong Kong y Macao un nuevo empeño evangelizador

La formación de los sacerdotes y la escuela católica, claves

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CIUDAD DEL VATICANO, viernes 27 de junio de 2008 (ZENIT.org).- «El Señor ha conferido a cada hombre y mujer el derecho de oír el anuncio de queJesucristo «me ha amado y se ha entregado por mí». A este derecho corresponde el deber de evangelizar», afirmó hoy el Papa Benedicto XVI a los obispos de Hong Kong y Macao, presentes en Roma para la visita «ad limina».

«En la Iglesia, toda actividad tiene una dimensión evangelizadora esencial y nunca debe separarse del empeño para ayudar a todos a encontrar a Cristo en la fe, que es el objetivo primario de la evangelización».

El Papa hizo referencia a la Carta a la Iglesia católica en China (27 de mayo de 2007), y afirmó que estas dos Iglesias particulares «están también llamadas a dar testimonio de Cristo, a mirar adelante con esperanza y a medirse -en el anuncio del Evangelio- con los nuevos retos que las poblaciones de Hong Kong y Macao deben afrontar».

Estos retos se refieren fundamentalmente a las consecuencias de la globalización, afirma el Papa: «recientemente he observado que las fuerzas de la globalización dejan a la humanidad suspendida entre dos polos». Por una parte, promueven «un sentido de solidaridad global y de responsabilidad compartida hacia el bien de la Humanidad».

«Por otro lado, aparecen signos inquietantes de una fragmentación y de un cierto individualismo en el que domina el secularismo, que margina lo trascendende y el sentido de lo sagrado y eclipsa la fuente misma de la armonía y la unidad del universo».

La clave, por tanto, para afrontar estos desafíos, afirma el Papa, es la formación.

«De hecho, los aspectos negativos de este fenómeno cultural evidencian la importancia de una sólica formación, y exhortan a un esfuerzo coordinado para sostener el alma espiritual y moral de vuestras poblaciones».

Esta estrategia de formación debe dirigirse en dos direcciones. Por un lado, la formación de los sacerdotes «particularmente urgente hoy, no sólo por la rápida mutación de las condiciones sociales y culturales de los hombres y de los pueblos, sino también por la ‘nueva evangelización’ que constituye el deber esencial e ineludible de la Iglesia al final del segundo milenio».

El Papa pide a los obispos «que piensen especialmente en el clero joven, que cada vez está más sometidos a nuevos retos pastorales, en conexión con las exigencias del deber de evangelizar una sociedad tan compleja como la actual».

«Vuestra solicitud pastoral deberá tener en cuenta de forma especial también a todas las personas consagradas, hombres y mujeres, que están llamadas a hacer visible en la Iglesia y en el mundo los signos característicos de Jesús, virgen, pobre y obediente».

El segundo objetivo debe ser la escuela católica, las cuales «aportan una contribución notable a la formación intelectual, espiritual y moral, de las nuevas generaciones: es por estos aspectos cruciales del crecimiento de la persona que los padres, tanto católicos como de otras tradiciones religiosas, recurren a las escuelas católicas».

El Papa pide a los miembros de las escuelas católicas de ambas diócesis que sean «testigos de Cristo, epifanía del amor de Dios en el mundo» y que tengan «el valor del testimonio y la paciencia del diálogo» para servir a «la dignidad humana, la armonía de la Creación, la existencia de los pueblos y la paz».

«Las escuelas católicas de vuestras dos diócesis han contribuido al desarrollo social y al crecimiento cultural de vuestras poblaciones; hoy estos centros educativos encuentran nuevas dificultades: estoy cercano a vosotros y os animo a actuar para que este precioso servicio no venga a menos».

Nuevos movimientos

En otro momento del discurso, el Papa pide a los obispos que acojan a los nuevos movimientos y carismas «con mucho amor, porque éstos son una de las novedades más importantes suscitadas por el Espíritu Santo en la Iglesia para la actuación del Concilio Vaticano II».

«En varias ocasiones he recordado que los movimientos eclesiales y las nuevas comunidades son el ‘signo luminoso de la belleza de Cristo, y de la Iglesia, Su Esposa», afirma el Papa, quien pide también a éstos que «pongan todo el empeño en armonizar sus actividades con los programas pastorales y espirituales de las diócesis.

Relaciones con la Iglesia en China

Por otro lado, pide a las diócesis de Macao y Hong Kong que «continúen ayudando a la Iglesia de la China continental, tanto poniendo a disposición el personal para la formación, como sosteniendo iniciativas benéficas de promoción humana y de asistencia».

El Papa agradece en este sentido el trabajo realizado por las Cáritas diocesanas, pero anima a «no olvidar que Cristo es, también para China, un Maestro, un Pastor, un Redentor amoroso. La Iglesia no puede callar esta buena noticia».

«Auguro, y pido al Señor, que llegue pronto el día en que también vuestros hermanos de la China continental puedan venir a Roma en peregrinación a las tumbas de los Apóstoles Pedro y Pablo, en signo de comunión con el Sucesor de Pedro y con la Iglesia universal. Aprovecho la ocasión para hacer llegar a la comunidad católica de China y a todo el pueblo de ese vasto país la seguridad de mis oraciones y de mi afecto», concluyó.

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ZENIT Staff

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