El Domingo del Mar es, anualmente, un día que se destina al recuerdo y a la oración en favor de todos los marinos, pescadores, trabajadores portuarios, junto con sus familias y dependientes. Ésta es, por consiguiente, una oportunidad que se nos brinda para recordar los problemas que los marinos se enfrentan a diario, con su vida profesional y marítima en el contexto del cuidado pastoral del Apostolado del Mar en todo el mundo. En esta ocasión renovamos también nuestro apoyo a los derechos humanos, al comercio justo y a la defensa del medio ambiente, en contexto marítimo.
Esta jornada, que se lleva a cabo un año después del XXII Congreso Mundial del A.M., celebrado en Gdynia (Polonia) en 2007, aportará sin lugar a dudas un nuevo ímpetu a nuestra promesa de permanecer en solidaridad – como indicaba el tema del Congreso – con la Gente del Mar como testigos de la Esperanza, a través de la Proclamación de la Palabra, la Liturgia y la Diaconía, y de promover en el mundo marítimo un humanismo inspirado por la esperanza cristiana. Su introducción, en el ambiente marítimo, significa por encima de todo la creación de un clima de respeto y de justicia para todos los marinos.
Para ello, el A.M. ha acogido con agrado la adopción, por parte de la OIT, del Convenio sobre el trabajo marítimo 2006 y del Convenio sobre el trabajo en el sector pesquero 2007. Ahora que estos dos Convenios han sido adoptados, la labor de todos los A.M. nacionales continúa, para asegurar su ratificación y su puesta en práctica lo más rápidamente posible, para que puedan aportar una auténtica mejora en las vidas de millones de marinos y pescadores.
Sin embargo, existe un área de la actividad marítima que suscita gran preocupación en todo el mundo, la profesión de la pesca. De hecho, las comunidades pesqueras están luchando contra los aspectos más negativos de la globalización y se enfrentan a problemas económicos, sociales y ecológicos de magnitud internacional. El A.M. tiene que manifestar, en todas partes, su solidaridad con dichas comunidades e intensificar su misión pastoral en esta profesión, puesto que estos próximos años serán decisivos si queremos que los océanos vivan, las comunidades pesqueras sobrevivan y sigan capturando pescado, del que dependen, hasta ahora, más de un billón de personas como principal fuente de proteínas.
Desde esta perspectiva, el Papa Benedicto XVI ha afirmado: «Hoy el gran desafío es ‘globalizar’ no sólo los intereses económicos y comerciales, sino también las expectativas de solidaridad». Esto será posible sólo si «la persona, creada a imagen de Dios y querida por él, [se halla en el centro de todos los proyectos económicos destinados a] custodiar y administrar los inmensos recursos de la creación. (Discurso del Santo Padre Benedicto XVI al Congreso Anual de la Fundación ‘Centesimus Annus-Pro Pontifice’, 31 de mayo de 2008).
Otro fenómeno, triste y emergente, que debe ser mencionado, es el de la piratería. En algunas partes del mundo, es frecuente y representa una real amenaza a la seguridad de las embarcaciones y de sus tripulaciones. El A.M., por tanto, debe apoyar cada acción de la Comunidad Internacional y de las Autoridades locales destinada a abordar este problema.
Asimismo, nuestra celebración mundial nos brinda este año la oportunidad de expresar nuestro agradecimiento a todos los capellanes, agentes pastorales y voluntarios en activo en el A.M., que proporcionan asistencia pastoral y práctica, junto con hospitalidad a todos los marinos, sin tener en cuenta su raza, credo u opinión política. Una de nuestras grandes fuerzas es el número de laicos que trabajan voluntariamente para el A.M. en las capellanías, junto con una continua formación y entrenamiento, en numerosos lugares, que siguen dando fruto.
En este sentido, recomendamos, si es posible, la traducción a los idiomas locales de nuestro nuevo «Manual para Capellanes y Agentes Pastorales del Apostolado del Mar», todo ello bajo la supervisión del correspondiente A.M. nacional. De esta forma, este instrumento pastoral, que ya ha demostrado ser una excelente guía, beneficiará a un mayor número de personas.
Asimismo, nos alegramos – como se evidenció en Gdynia – de la colaboración ecuménica y del diálogo interreligioso que se da a bordo de los barcos, en los puertos y en los centros de marinos. Nuestra presencia y testimonio expresan la solicitud y la cercanía de la Iglesia hacia todos aquellos que están comprometidos con el ambiente marítimo, sobre todo hacia los más pobres y los más necesitados.
Rezamos para que esta celebración del Domingo del Mar nos permita renovar nuestro compromiso con la promoción humana y la evangelización. Pueda María, Stella Maris, interceder por nosotros rogando a Dios para que nos conceda su gracia, a fin de que el A.M. pueda permanecer aún más comprometido con la construcción del Reino de Dios en el mundo marítimo.
Cardenal Renato Raffaele Martino
Presidente
+ Arzobispo Agostino Marchetto
Secretario