NUEVA YORK, martes 23 de septiembre de 2008 (ZENIT.org) Es necesario tomar las medidas adecuadas para que los países de África se conviertan en “agentes protagonistas de su propio desarrollo”.
Así lo afirmó el responsable de la Delegación de la Santa Sede, monseñor Celestino Migliore, durante su intervención en la 63ª Sesión de la Asamblea de la ONU, en el Encuentro de Alto Nivel sobre el tema “Las exigencias del desarrollo en África: estado de realización de los compromisos adoptados, desafíos y caminos para el futuro”.
Según explicó el representante de la Santa Sede, Africa es “un continente con un gran potencial”, y que es el momento de que los países africanos “dejen de ser meros receptores de ideas y ayudas programadas desde fuera, y se conviertan en auténticos agentes de su propio desarrollo”.
“Ha llegado la hora de permitir y alentar un sentido africano de pertenencia a la hora de poner en marcha un proceso de desarrollo sostenible que libere a estos pueblos de la plaga de la pobreza extrema”, añadió.
Monseñor Migliore afirmó que en los últimos años África, “con sus particularidades históricas y geográficas, ha desafiado la capacidad de las Naciones Unidas de llevar a cabo los altos ideales de paz y prosperidad que están contenidos en su Carta fundacional”.
El prelado destacó como grandes logros “la consolidación de la independencia, la superación de los conflictos ideológicos del siglo XX, la abolición del apartheid y, más recientemente, la consolidación de la Unión Africana y de otras estructuras regionales de cooperación”.
Todo esto, añadió, “son un signo de esperanza del gran potencial de África”.
Por tanto, el representante de la Santa Sede pidió a los países miembros que “hagan esfuerzos para adaptar los programas de desarrollo a la realidad africana”, permitiendo una mayor participación de estos países en su propio desarrollo.
Respecto a la realidad de África
En este sentido, monseñor Migliore explicó que la intervención de la comunidad internacional debe ser lo más respetuosa posible: “preservar a las familias africanas y su identidad cultural debe ser el objetivo último de todos los planes económicos y de desarrollo, y también la medida definitiva de su eficacia”.
Afirmó que las culturas africanas “tienen un profundo sentido de solidaridad y de vida comunitaria”, y subrayó que esta “preciosa heredad es un recurso sobre el que los Gobiernos y la sociedad africana deberían construir para obtener resultados eficaces”.
Por otro lado, el prelado aludió a la oportunidad de fomentar el comercio entre los propios países africanos, de forma que “poco a poco puedan insertarse en el contexto internacional, contribuyendo así sustancialmente a las estructuras productivas africanas”.
El objetivo de un “contexto comercial y financiero internacional para África, cuidadosamente planificado y puesto en marcha, debe ser doble: crear empleos en las ciudades suficientes y productivos para los jóvenes africanos”.
Además, se refirió a la necesidad de “promover e invertir en el sistema de cultivo familiar sostenible, para poder hacer frente a la necesidad de alimentos de la población, tanto rural como urbana”.
Monseñor Migliore admitió que aún “hay que recorrer un largo camino para mejorar las condiciones de la población en África”, y auguró que el actual encuentro de la ONU “constituya un paso adelante en el camino de la responsabilidad compartida para alcanzar este noble objetivo”.
[Por Inma Álvarez]