Según explicó, en declaraciones recogidas por L’Osservatore Romano en su edición del pasado viernes, Williams se refirió a quienes mueren a causa del amor a Cristo diciendo que estos «nos invitan a identificarnos con el Cristo presente, junto a cada hombre, víctima de violencia y exclusión y a reconocer nuestra complicidad en la violencia y en la prospectiva distorsionada que la ha generado».
«En Occidente y en Oriente, hay personas que han padecido sufrimientos y muerte a manos de los cristianos (católicos, ortodoxos, anglicanos, protestantes) y han sido reconocidos como mártires: ¿cómo podemos celebrar la memoria de cada uno de los que han muerto por nuestra propia mano?», se preguntaba el arzobispo.
Por tanto, añadió, al celebrar el día de todos los santos en un contexto ecuménico «celebramos la Iglesia que será y no es todavía: el cuerpo escatológico de Cristo del cual todos los que lo han servido en la verdad son igualmente partícipes también si han estado divididas entre ellos en la historia».
De otro lado aseguró que esta celebración nos debe llevar a pensar que nuestra vida en el Cuerpo de Cristo se nutre de varias fuentes que todos los cristianos tenemos en común
«El Espíritu Santo del tiempo que vendrá, el Espíritu que es una promesa, un depósito del futuro de Dios, es la obra en nosotros a través de las relaciones por el momento indivisibles y difíciles de alcanzar, actuando a través del extraño, la víctima, a quien no queremos reconocer ahora como hermano o hermana», concluyó.
En el evento participaron cerca de 80 teólogos y responsables de diferentes las iglesias cristianas, estuvo organizado por la comunidad monástica de Bose y la comisión Fe y Constitución del Concilio ecuménico de las iglesias, con el objetivo de determinar cómo la memoria común de estos testimonios de fe puede contribuir al crecimiento de una espiritualidad ecuménica.
[Por Carmen Villa]