CIUDAD DEL VATICANO, domingo, 30 noviembre 2008 (ZENIT.org).- Los salvajes atentados de Bombay muestran que el fundamentalismo constituye un desafío para la conciencia de todo hombre y mujer religioso, considera el portavoz de la Santa Sede.

"Es horrible que en el mundo de hoy la religión se mezcle con la violencia", aclara el padre Federico Lombardi S.I., director de la Oficina de Información del Vaticano.

El sacerdote ha analizado los ataques terroristas, que han dejado más de 180 muertos, en el editorial de la última edición de "Octava Dies", semanario del Centro Televisivo Vaticano, del que también es director.

"La gravedad letal y la evidente intención de golpear el corazón de un gran país han recordado el 11 de septiembre de Nueva York, así como los atentados de Madrid y Londres", comienza reconociendo el padre Lombardi.

"Las tensiones y conflictos que desde hace tiempo experimenta el subcontinente indio son utilizadas como elemento crítico para extender un incendio aún más espantoso, cuyas consecuencias son difíciles de imaginar, dadas las dimensiones demográficas del sur de Asia y de su papel para el desarrollo mundial".

"La piedad y el dolor por las víctimas de estos días se intensifican pensando en el dolor inmenso que insensatos y lúcidos agentes del odio quieren multiplicar para innumerables personas", añade.

"Para los creyentes, la preocupación humana se une a la religiosa --reconoce el portavoz--. Recordamos la antigua tensión que llevó a la división entre India y Pakistán y las persistentes, e incluso, crecientes corrientes fundamentalistas no sólo en el mundo islámico sino también hinduista".

"Hace unos años en la India estalló una ola de violencia antimusulmana, recientemente asistimos a la violencia anticristiana en algunas regiones".

"En un país en el que minoría musulmana es de 140 millones de personas, ¿cuáles pueden ser las reacciones a este ataque que se presenta como de matriz islámica?", se pregunta el sacerdote.

"El fundamentalismo es uno de los riesgos más dramáticos de la humanidad y desafía la conciencia de todo hombre religioso", asegura.

Recordando el grito de Juan Pablo II en los encuentros de oración por la paz celebrados en Asís --"no se puede usar la violencia en nombre de Dios"-- el padre Lombardi concluye: "La causa de la paz la causa del hombre es el la causa del verdadero Dios".