CIUDAD DEL VATICANO, domingo 9 de noviembre de 2008 (ZENIT.org).- El Papa dedicó hoy el primero de sus saludos tras el rezo del Ángelus, antes los peregrinos congregados en la Plaza de San Pedro, a la memoria de los judíos que murieron asesinados en la Alemania nazi durante la “noche de los cristales rotos”, tragedia de la que este año se cumple el 70 aniversario.

El Papa recordó aquel primer “pogrom” lanzado contra los judíos “en la noche entre el 9 y el 10 de noviembre de 1938, cuando se desencadenó la furia nazi contra los hebreos”.

“Fueron atacados y destruidos negocios, oficinas, viviendas y sinagogas, y también fueron asesinadas numerosas personas, dando inicio a la sistemática y violenta persecución de los hebreos alemanes, que concluyó con la Shoah”, afirmó.

El Papa mostró su personal consternación por aquel hecho, y aprovechó el momento para mostrar su condena del antisemitismo y su cercanía al pueblo judío.

“Aún hoy siento dolor por cuanto sucedió en aquella trágica circunstancia, cuya memoria debe servir para hacer que horrores similares no se repitan nunca más y que nos empeñemos, a todos los niveles, contra toda forma de antisemitismo y de discriminación”.

Benedicto XVI pidió sobre todo “que se eduque a las generaciones jóvenes al respeto y a la tolerancia recíproca”.

“Invito además a rezar por las víctimas de entonces y a uniros a mí a la hora de manifestar profunda solidaridad al mundo hebreo”, concluyó.

Posteriormente, el Papa volvió a condenar, en su saludo particular a los peregrinos de lengua alemana, aquellos “terribles acontecimientos” y “actos inhumanos de violencia”.

“En memoria de las víctimas, pedimos al Señor que nos asista para que colaboremos en la construcción de una sociedad en la que las personas de diferentes religiones y origen étnico puedan convivir y cooperar en la paz y la justicia”.

En la "Noche de los cristales rotos" unas 300 sinagogas y decenas de miles de propiedades y viviendas judías fueron atacadas en toda Alemania, con un balance de casi un centenar de muertos y decenas de miles de detenidos.

Por Inma Álvarez