LYON, miércoles 26 de noviembre de 2008 (ZENIT.org).- Benedicto XVI afirma que es necesario subrayar el deber de las religiones de promover "los derechos de la persona". Así lo expresó el Secretario de Estado vaticano, cardenal Tarsicio Bertone, al transmitir en nombre del papa un mensaje a los participantes en las 83ª "Semanas Sociales de Francia".

Las Semanas Sociales, uno de los más importantes encuentros promovidos por entidades católicas en este país, han reunido este año a más de 3.000 participantes (de ellos varios centenares procedentes de países del Este de Europa) en el Centro de Congresos de Lyon el pasado fin de semana, con el tema: "Las religiones, amenaza o esperanza para nuestras sociedades".

Según el Papa, el "libre ejercicio de la vida de fe y de la vida democrática" tienen por fundamento la "distinción" entre las dos esferas de la política y de la religión.

Por ello, los Estados no pueden arrogarse la "responsabilidad última" de responder "a las aspiraciones de las personas, las comunidades y los pueblos", dentro de un "orden social respetuoso de la dignidad de la persona".

El papa subraya por otro lado que las religiones tienen el "deber" de proponer una visión de la fe, que excluya la intolerancia, las discriminaciones y los conflictos, pero que manifieste el "respeto absoluto de la verdad", anime "la coexistencia y la reconciliación" y promueva "los derechos de la persona humana".

Crisis de identidad

Según el presidente de las Semanas Sociales, Jérôme Vignon, el tema de este congreso "se propone en Europa, en un momento en que la autoridad moral de los Estados está retrocediendo", lo cual está provocando "tensiones identitarias por un lado, y por otro, está liberando un espacio público abierto a la participación activa de la sociedad civil".

En estos momentos, añade, las religiones "están llamadas a responder a la exigencia de significado y de valores expresada por las sociedades europeas". Por lo que, sin exceder el ámbito propio de su misión, "podrían en este momento histórico convertirse en un punto de referencia para as democracias".

Para ello, añade Vignon, es necesario que "las autoridades públicas reconozcan sin ambigüedades la función de socialización de las religiones", y por parte de éstas, es necesario que sepan convivir "en una sociedad plural, caracterizada por una comunicación no autoritaria y abierta al debate".

En ello insiste también el mensaje final de las Semanas, que hacen un llamamiento a la sociedad, para que se "restaure un verdadero diálogo entre las religiones y la sociedad", abandonando una "actitud apriorística hostil, sea por principio o por ignorancia".

Pide también la los medios de comunicación que "no minimicen las convicciones religiosas, o las presenten simplemente como arcaicas o moralistas", sino que valoren "la aportación de las religiones a una sociedad cada vez más secularizada".

Los participantes consideran también necesario que los planes educativo "reconozcan el hecho religioso en las sociedades", sin menoscabo de la "salvaguarda de la laicidad republicana".

Por otra parte, las religiones, que se "reconocen minoritarias y no pretenden ejercer en la vida pública una determinada influencia", advierten sin embargo que "los fuertes valores de inspiración cristiana, como la fraternidad, la opción por los pobres, la búsqueda del bien común, la defensa del medio ambiente", representan importantes recursos para responder "a las dolorosas contradicciones de nuestro tiempo".

Para ello es necesario, reconocen, "un mayor diálogo, tanto en el campo ecuménico como en el interreligioso".

Las Semanas Sociales de Francia se crearon en 1904 por iniciativa de dos laicos, Marius Gonin y Adéodat Boissard, en la línea de acción propuesta por la encíclica social Rerum Novarum de León XIII.

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