Proposiciones al Papa aprobadas por el Sínodo (21 a 25)

Pequeñas comunidades, Lectio divina, catequesis, vida consagrada, investigación exegética

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CIUDAD DEL VATICANO, lunes, 3 noviembre 2008 (ZENIT.org).- Publicamos la traducción al español de las Proposiciones 21 a 25 de la última Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos –cuyo texto oficial está en latín–, objeto de voto personal por parte de los padres sinodales, presentadas al Papa Benedicto XVI.

El texto en latín, por su naturaleza, es reservado y no será publicado, para respetar el carácter consultivo de la asamblea sinodal. Este texto, como su nombre indica, tiene carácter propositivo.

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Proposición 21

Palabra de Dios y pequeñas comunidades

El Sínodo recomienda la formación de pequeñas comunidades eclesiales donde se escuche, estudie y ore la Palabra de Dios, también en la forma del Rosario como meditación bíblica (cf. Juan Pablo II, Carta Apostólica ‘Rosarium Virginis Mariae’). En muchos países hay ya pequeñas comunidades que pueden ser formadas por familias, radicadas en las parroquias o ligadas a los diversos movimientos eclesiales y nuevas comunidades.

Estas se reúnen regularmente, en torno a la Palabra de Dios, para compartirla entre ellos, y de ella reciben la fuerza.

Algunas tienen sólo raramente la posibilidad de celebrar la Eucaristía. Hacen la experiencia de la comunidad y se encuentran con la Palabra de Dios personalmente. Mediante la lectura de la Biblia experimentan ser amados personalmente por Dios. El servicio de los laicos, que guían a estas comunidades, debe ser estimado y promovido porque hacen un servicio misionero al que están llamados todos los bautizados.

Proposición 22

Palabra de Dios y lectura orante

El Sínodo propone que se exhorte a todos los fieles, incluidos los jóvenes, a acercarse a las Escrituras por medio de una «lectura orante» y asidua (cf. DV 25), en modo tal que el diálogo con Dios llegue a ser una realidad cotidiana del pueblo de Dios.

Por esto es importante:

-que se relacione profundamente la lectura orante con el ejemplo de María y los santos en la historia de la Iglesia, como realizadores de la lectura de la Palabra según el Espíritu;

-que se recurra a los maestros en la materia;

-que se asegure que los pastores, sacerdotes y diáconos, y de modo muy peculiar los futuros sacerdotes, tengan una formación adecuada para que puedan a su vez formar al pueblo de Dios en esta dinámica espiritual

-que los fieles se inicien según las circunstancias, las categorías y las culturas en el método más apropiado de lectura orante, personal y/o comunitaria (Lectio divina, ejercicios espirituales en la vida cotidiana, ‘Seven Steps’ en África y en otros lugares, diversos métodos de oración, compartir en familia y en las comunidades eclesiales de base, etc.);

-que se anime la praxis de la lectura orante, hecha con los textos litúrgicos, que la Iglesia propone para la celebración eucarística dominical y diaria, para comprender mejor la relación entre Palabra y Eucaristía;

-que se vigile a fin que la lectura orante sobre todo comunitaria de las Escrituras tenga su desembocadura en un compromiso de caridad (cf. Lc 4, 18-19).

Conscientes de la amplia difusión actual de la Lectio Divina y de otros métodos análogos, los padres sinodales ven en ellos un verdadero signo de esperanza y animan a todos los responsables eclesiales a multiplicar los esfuerzos en este sentido.

Proposición 23

Catequesis y Sagrada Escritura

La catequesis debe tener sus raíces preferentemente en la revelación cristiana. Debe tomar como modelo la pedagogía de Jesús en el camino de Emaús.

En la vía de Emaús, Jesús abre el corazón de los discípulos al entendimiento de las escrituras (cf. Lc 24, 27). Su proceder muestra que la catequesis que ahonda sus raíces en la Revelación cristiana supone la explicación de las Escrituras. Lo cual nos invita también a acercanos a los hombres de hoy para transmitirles el evangelio de la salvación:

-con especial atención a los niños más pequeños;

-a aquellos que necesitan una formación más profunda arraigada en las Escrituras;

-a los catecúmenos que es necesario acompañar en su camino, mostrándoles el plan de Dios a través de la lectura de la Sagrada Escritura, preparándoles a encontrar al Señor en los sacramentos de la iniciación cristiana, a empeñarse en la comunidad, y a ser misioneros.

El catecumenado prebautismal va seguido de una mistagogía postbautismal, una formación continuada en la cual la Sagrada Escritura y el Catecismo de la Iglesia Católica deben ocupar el puesto central.

Proposición 24

Palabra de Dios y vida consagrada

La vida consagrada nace de la escucha de la Palabra de Dios y acoge el Evangelio como su norma de vida. En la escuela de la Palabra, resdecubre continuamente su identidad y se convierte en «evangelica testificatio» para la Iglesia y para el mundo.

Llamada a ser «exégesis» viviente de la Palabra de Dios (cf. Benedicto XVI, 2 de febrero de 2008), es ella misma una palabra con la cual Dios sigue hablando a la Iglesia y al mundo.

El Sínodo agradece a las personas consagradas su testimonio del Evangelio y su disponibilidad a proclamarlo en las fronteras geográficas y culturales de la misión mediante sus servicios carismáticos.

Les exhorta al mismo tiempo a cuidar los espacios personales y comunitarios de escucha de la Palabra de Dios y a promover escuelas de oración bíblica abiertas a los laicos, sobre todo a los jóvenes.

Sepan escuchar la Palabra de Dios con corazón de pobres y expresen su respuesta en el compromiso por la justicia, la paz y la integridad de la creación.

El Sínodo evidencia la importancia de la vida contemplativa y su valiosa aportación a la tradición de la Lectio Divina. Las comunidades monásticas son escuelas de espiritualidad y dan fuerza a la vida de las Iglesias particulares. «El monasterio, como oasis espiritual, señala al mundo de hoy lo que es más importante, en definitiva la única cosa decisiva: existe una razón última por la que vale la pena vivir, es decir, Dios y su Amor inescrutable» (Benedicto XVI, Ángelus, 18 de noviembre de 2007).

En la vida contemplativa, la Palabra es acogida, orada y celebrada. Se debe vigilar, por tanto, para que estas comunidades reciban la formación bíblica y teológica adecuada a su vida y misión.

Proposición 25

Necesidad de dos niveles en la investigación exegética

Sigue siendo de gran actualidad y eficacia la hermenéutica bíblica propuesta en Dei Verbum 12, que, para un adecuado trabajo exegético, prevé dos niveles metodológicos, distintos y correlativos.

El primer nivel corresponde, de hecho, al llamado método histórico-crítico que, en la investigación moderna y contemporánea, a menudo fué utilizado con fruto y que entró en el campo católico, sobre todo a partir de la encíclica Divino Afflante Spiritu del siervo de Dios Pío XII. Este método se hace necesario por la naturaleza misma de la historia de la salvación, que no es una mitología, sino una verdadera historia con su ápice en la encarnación del Verbo, divino y eterno, que viene a habitar el tiempo de los hombres (cf. Juan 1, 14). La Biblia y la historia de la salvación exigen por tanto estudiarse también con los métodos de la seria investigación histórica.

El segundo nivel metodológico, necesario para una interpretación justa de las Sagradas Escrituras, corresponde a la naturaleza también divina de las palabras humanas bíblicas. El Concilio Ecuménico Vaticano II justamente recuerda que la Biblia debe ser interpretada con el auxilio del mismo Espíritu Santo que guió su redacción.

La hermenéutica bíblica no puede considerarse cumplida si -junto al estudio histórico de los textos- no busca también de
manera adecuada su dimensión teológica. La Dei Verbum identifica y presenta las tres referencias decisivas para llegar a la dimensión divina y, por tanto, al sentido teológico de las Sagradas Escrituras. Se trata del contenido y de la unidad de toda la Escritura, de la tradición viva de toda la Iglesia y, finalmente, de la atención a la analogía de la fe. «Sólo donde se observan los dos niveles metodológicos, el histórico-crítico y el teológico, se puede hablar de una exégesis teológica, una exégesis adecuada a este libro» (Benedicto XVI, 14 de octubre de 2008).

Traducción de Nieves San Martín

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ZENIT Staff

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