CIUDAD DEL VATICANO, jueves, 6 noviembre 2008 (ZENIT.org).- Publicamos la traducción al español de las Proposiciones 36 a 40 de la última Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos –cuyo texto oficial está en latín–, objeto de voto personal por parte de los padres sinodales, presentadas al Papa Benedicto XVI.
El texto en latín, por su naturaleza, es reservado y no será publicado, para respetar el carácter consultivo de la asamblea sinodal. Este texto, como su nombre indica, tiene carácter propositivo.
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Proposición 36
Sagrada Escritura y unidad de los cristianos
La Biblia es verdaderamente un lugar privilegiado de encuentro entre las diversas Iglesias y comunidades eclesiales. Escuchar juntos las Escrituras nos hace vivir una comunión real aunque no plena (cf. Relatio post disceptationem 36).
«Escuchar juntos la Palabra de Dios, practicar la Lectio Divina de la Biblia (…) es un camino a recorrer para alcanzar la unidad de la fe, como respuesta a la escucha de la Palabra» (Discurso de Benedicto XVI, 25 enero 2007). La escucha común de las Escrituras impulsa por tanto al diálogo de la caridad y hace crecer el de la verdad. Un problema ecuménico abierto es la comprensión del sujeto autorizado de la interpretación en la Iglesia (especialmente el Magisterio) y por ello se deben intensificar el estudio y la investigación bíblica común. Igualmente hay que intensificar el común empeño en las traducciones y la difusión de la Biblia, así como las celebraciones interconfesionales de la escucha de la Palabra de Dios.
Proposición 37
Presencia de Su Santidad Bartolomé I
Los padres sinodales dan gracias a Dios por la presencia y las intervenciones de los delegados fraternos, representantes de otras Iglesias y Comunidades eclesiales y, de modo especial, por la oración de las Vísperas presidida por el Santo Padre Benedicto XVI, junto a Su Santidad Bartolomé I, patriarca ecuménico de Constantinopla. Las palabras del patriarca ecuménico dirigidas a los padres sinodales han permitido experimentar una profunda alegría espiritual y tener una experiencia viva de comunión real y profunda, aunque no todavía perfecta; en ellas hemos gustado la belleza de la Palabra de Dios, leída a la luz de la Sagrada Liturgia y de los Padres, una lectura espiritual fuertemente contextualizada en nuestro tiempo.
De tal modo, hemos visto que, yendo al meollo de la Sagrada Escritura, encontramos realmente la Palabra en las palabras, la cual abre los ojos de los fieles para responder a los desafíos del mundo actual. Además, hemos compartido la experiencia gozosa de tener en Oriente y en Occidente Padres comunes. Que este encuentro se convierta en estímulo para un ulterior testimonio de comunión en la escucha de la Palabra de Dios y suplica ferviente al único Señor para que se haga realidad cuanto antes la oración de Jesús «Ut omnes unum sint» (Juan 17, 20).
Tercera Parte
La Palabra de Dios en la misión de la Iglesia
Proposición 38
Tarea misionera de todos los bautizados
La misión de anunciar la Palabra de Dios es tarea de todos los discípulos de Jesucristo como consecuencia de su bautismo. Esta consciencia debe ser profundizada en cada parroquia, comunidad y organización católica; se deben proponer iniciativas que hagan llegar la Palabra de Dios a todos, especialmente a los hermanos bautizados pero no suficientemente evangelizados. Dado que la Palabra de Dios se ha hecho carne para comunicarse a los hombres, un modo privilegiado para conocerla es a través del encuentro con testigos que la hacen presente y viva. En la misión, aportan una colaboración especial los institutos misioneros en fuerza del propio carisma y experiencia. Además, la realidad de los nuevos movimientos eclesiales es una extraordinaria riqueza de la fuerza evangelizadora de la Iglesia en este tiempo, tanto como para impulsar a la Iglesia a desarrollar nuevas formas de anuncio del Evangelio. Los laicos están llamados a redescubrir la responsabilidad de ejecutar su tarea profética, que deriva para ellos directamente del bautismo, y testimoniar el Evangelio en la vida cotidiana: en casa, en el trabajo y donde quiera que se encuentren. Este testimonio lleva a menudo a la persecución de los fieles a causa del Evangelio. El Sínodo llama a los responsables de la vida pública a que garanticen la libertad religiosa. Es necesario, además, abrir itinerarios de iniciación cristiana en los que, a través de la escucha de la Palabra, la celebración de la Eucaristía y el amor fraterno vivido en comunidad, éstos puedan practicar una fe cada vez más adulta. Hay que considerar la nueva pregunta que nace de la movilidad y del fenómeno migratorio, que abre nuevas perspectivas de evangelización, porque los inmigrantes no sólo necesitan ser evangelizados sino que pueden ser ellos mismo agentes de evangelización.
Proposición 39
Palabra de Dios y compromiso en el mundo
La Palabra de Dios, contenida en las Sagradas Escrituras y en la Tradición viva de la de la Iglesia, ayuda a la mente y al corazón de los hombres a comprender y amar todas las realidades humanas y la creación. Ayuda en efecto a reconocer los signos de Dios en todas las fatigas del hombre dirigidas a hacer el mundo más justo y habitable; ayuda a la identificación de los «signos de los tiempos» presentes en la historia; impulsa a los creyentes a comprometerse en favor de quienes sufren y son víctimas de injusticias. La lucha por la justicia y la transformación es parte integrante de la evangelización (cf. Evangelii Nuntiandi, 19).
Los padres sinodales dirigen un pensamiento especial a quienes, como creyentes, están empeñados en la vida política y social. Desean que la Palabra de Dios sostenga sus formas de testimonio así como inspirar su acción en el mundo, en búsqueda del verdadero bien de todos, y en el respeto de la dignidad de toda persona. Es necesario por tanto que estén preparados mediante una adecuada educación según los pricipios de la Doctrina Social de la Iglesia.
Proposición 40
Palabra de Dios y arte litúrgico
La gran tradición de Oriente y de Occidente ha estimado siempre todas las expresiones artísticas, de modo específico las imágenes sagradas, inspiradas en la Sagrada Escritura.
Apreciamos a todos los artistas enamorados de la belleza: poetas, hombres de letras, pintores, escultores, músicos, gente de teatro y de cine. Han contribuido a la decoración de nuestras iglesias, a la celebración de nuestra fe, al enriquecimiento de nuestra liturgia y, al mismo tiempo, muchos de ellos han ayudado a hacer perceptible el mundo invisible y a traducir el mensaje divino en el lenguaje de las formas y de las figuras. Por todo esto, el Sínodo les manifiesta profunda gratitud.
Hay que suscitar en cada área cultural una nueva época en la que el arte pueda reencontrar la inspiración bíblica y ser un instrumento capaz de proclamar, cantar, y hacer contemplar la manifestación de la Palabra de Dios.
Los obispos, debidamente ayudados, procuren, en la construcción de las iglesias, que éstas sean lugares adecuados para la proclamación de la Palabra, la meditación y la celebración eucarística. Los espacios sagrados, también fuera de la acción litúrgica, deben ser elocuentes, presentando el misterio cristiano relacionado con la Palabra de Dios.
Traducido del italiano por Nieves San Martín