CIUDAD DEL VATICANO, viernes 14 de noviembre de 2008 (ZENIT.org).- «Para los cristianos ha llegado el momento de liberarse del falso complejo de inferioridad hacia el llamado mundo laico, para ser valientes testigos de Cristo».
Así lo afirmó el cardenal Stanislaw Ryllko, presidente del Consejo Pontificio para los Laicos, durante la apertura de la XXIII Asamblea Plenaria de este dicasterio, ayer en el Vaticano, con el título «A veinte años de la Christifideles laici: memoria, desarrollo, nuevos desafíos y tareas», informa L’Osservatore Romano en su edición cotidiana de este viernes.
El purpurado analizó la situación actual de las sociedades occidentales, caracterizadas por la «dictadura del relativismo», y denunció la aparición de un «nuevo anticristianismo» que «hace pasar por políticamente correcto atacar a los cristianos, y en particular a los católicos».
Hoy, advirtió, «quien quiere vivir y actuar según el Evangelio de Cristo debe pagar un precio, incluso en las sumamente liberales sociedades occidentales». «Está ganando terreno la pretensión de crear un hombre nuevo completamente desarraigado de la tradición judeocristiana, un nuevo orden mundial», añadió.
El problema, explicó el cardenal Rylko, no es «el de ser una minoría, sino el de habernos vuelto nosotros mismos marginales, irrelevantes, por falta de valor, para que nos dejen en paz, por mediocridad».
En estos momentos, explicó, es la «hora del laicado», de su «responsabilidad en los diversos ámbitos de la vida pública, desde la política a la promoción de la vida y la familia, del trabajo a la economía, de la educación a la formación de los jóvenes».
Esta intuición del Concilio Vaticano II fue desarrollada, explicó el purpurado, por la exhortación apostólica Christifideles laici de Juan Pablo II, «un verdadero vademécum para toda la Iglesia».
En este sentido, el cardenal Angelo Scola, quien intervino a continuación, señaló el concepto de laicidad marca «un nuevo frente en el diálogo con el mundo contemporáneo», y defendió en este punto el necesario testimonio de los cristianos en la política.
«Los laicos -explicó- están llamados a perseguir, poco a poco, un justo orden social. Es una tarea intensa la que les espera, tanto en la vida personal como comunitaria, que supone asumir de forma valiente y creativa su deber evangelizador».