MADRID, jueves, 20 noviembre 2008 (ZENIT.org).- Las Carmelitas Descalzas de New Caney (USA) entregaron al astronauta, Ron Garan, una reliquia de Santa Teresita, para que le acompañara en su viaje espacial, informan las Obras Misionales Pontificias de España.
En la pasada primavera este comandante había llamado a la comunidad para pedir oraciones para su viaje en el espacio, ofreciéndose a llevar algún objeto sagrado que las monjas le encomendaran.
Durante 14 días este recuerdo teresiano ha recorrido 9.177.030 Km. en el espacio alrededor de la tierra a una velocidad de 27.291 Km. por hora. Durante ese tiempo con una oración intensa, la comunidad ha pedido a Santa Teresita una lluvia de rosas desde el espacio sobre el mundo. Su vocación universal ha llegado hasta los confines del espacio.
El 17 de agosto pasado las Carmelitas Descalzas de New Caney (USA) recibieron la prometida y largamente esperada visita del amigo astronauta de la comunidad. Ron formaba parte de la tripulación del último viaje del viaje del trasbordador espacial Discovery, que tuvo lugar del pasado 31 de mayo al 14 de junio para transportar y añadir el módulo de laboratorio japonés Kibo (Esperanza) a la Estación Espacial Internacional. La misión de Ron consistió en salir al espacio, atado sólo por un cable, en un brazo robótico guiado desde el interior de la estación por otro miembro de la tripulación, para mover el módulo japonés en la posición correcta y segura, así como hacer algunas reparaciones en el exterior de la estación espacial. La NASA preparó un vídeo de la misión, por lo que se ha podido escuchar y ver algo de lo que pasa «dentro» del trasbordador y de la estación. Se trató de una apasionante y esclarecedora tarde para la comunidad carmelitana.
La comunidad, se acordó de las palabras de Santa Teresita: «Siento la vocación de apóstol… Quisiera recorrer la tierra, predicar tu nombre, y plantar sobre el suelo infiel tu Cruz gloriosa. Pero Amado mío, ¡una sola misión no me bastaría! Quisiera anunciar al mismo tiempo el Evangelio en las cinco partes del mundo, y hasta en las islas más remotas…».
Con esta evocación las Carmelitas no dudaron en entregar al astronauta una reliquia de Santa Teresita.