CIUDAD DEL VATICANO, martes 25 de noviembre de 2008 (ZENIT.org).- A la hora de afrontar la actual crisis, es imprescindible que toda la comunidad internacional encuentre «nuevas formas de coordinación internacional en materia monetaria, financiera y comercial», pero sobre todo es muy importante que los países más desarrollados no se cierren en sí mismos, afirma la Santa Sede.
Así lo apunta el documento vaticano emanado ante la próxima Conferencia internacional que tendrá lugar en Doha (Qatar) entre el 29 de noviembre y el 2 de diciembre próximos, sobre financiación al desarrollo.
Para la Santa Sede, es necesario evitar la tentación del «proteccionismo recíproco» basado en «acuerdos exclusivos» entre los países ricos, y reforzar, en cambio, «las prácticas de cooperación en materia de transparencia y de vigilancia del sistema financiero».
«La preocupación por la emergencia financiera que se ha originado en los mercados maduros efectivamente puede ofuscar la necesidad de financiar el desarrollo. Es razonable pensar que la ayuda pública al desarrollo, que procede de asignaciones del presupuesto que cada país establece de año en año, sufrirá a causa de los ingentes recursos públicos necesarios para tapar la emergencia de la crisis financiera. Y esto es un mal, indiscutiblemente», añade.
El documento apunta a que la verdadera salida de la crisis pasa por «construir las condiciones para que los ahorros que se generan se dediquen verdaderamente al desarrollo, es decir, a la creación de ocasiones de trabajo».
«La crisis financiera probablemente quitará recursos a la ayuda pública al desarrollo; sin embargo, sólo destinando recursos -públicos pero también privados- al desarrollo «real» se podrá reconstruir un sistema financiero sano, capaz de rendir de verdad».
Injusticia hacia los pobres
La Santa Sede, si bien reconoce que desde Monterrey se han adoptado algunas iniciativas innovadoras en cuanto a financiación al desarrollo, la verdadera cuestión sigue sin tocarse, que es la de un sistema que margina a los pobres del mercado en beneficio de los ricos.
El mayor problema es la «incoherencia» de las políticas de los países desarrollados, que por un lado dan ayudas y por otra blindan sus mercados frente a los pobres, explica el documento. «Las políticas nacionales siguen siendo fuertemente incoherentes: con una mano se da y con otra se quita».
«Piénsese por ejemplo en el nexo entre las políticas de ayuda al desarrollo y las políticas comerciales de los países avanzados: las diversas formas de proteccionismo manifiesto o escondido, así como las persistentes limitaciones al acceso de las exportaciones de los países pobres en los mercados de los países ricos, son un obstáculo enorme al desarrollo».
Además, actualmente se dan dos paradojas que acentúan esta injusticia. Por un lado, «en el sistema global, son los países pobres los que financian a los países ricos, que reciben recursos procedentes sea de las fugas de capital privado, sea de las decisiones gubernamentales de arrinconar reservas financieras bajo la forma de actividades financieras «seguras» colocadas en los mercados financieramente evolucionados o en los mercados offshore«.
La segunda paradoja es que «las remesas de los emigrados -es decir, de la componente menos «liberalizada» de los procesos de globalización- comportan una afluencia de recursos que, a nivel macro, superan grandemente los flujos de ayuda pública al desarrollo».
«Es como decir que los pobres del Sur financian a los ricos del Norte, y los mismos pobres del Sur tienen que emigrar y trabajar en el Norte para sostener a sus familias en el Sur», añade la Santa Sede.
Respecto a la condonación de la deuda externa, particularmente en África, aunque «ha habido progresos», sin embargo «los recursos para la cancelación de la deuda raramente han sido adicionales respecto a los flujos de ayuda y esto ha comportado efectos de recomposición de los presupuestos públicos sin un incremento real de los recursos disponibles para las acciones de lucha contra la pobreza».
La sociedad civil, protagonista del desarrollo
Otro de los elementos que apunta la nota es el de la «efectividad de la ayuda», y recordó que «no basta predisponer una cantidad adecuada de financiación para pensar en obtener, de forma mecánica, el desarrollo».
«Hoy la tendencia preponderante es la de considerar el canal ‘de Estado a Estado’, el llamado budget support, como la vía más eficaz para hacer llegar los recursos a países de renta baja».
Esta tendencia es vista con cierta preocupación por la Santa Sede «porque lleva consigo el riesgo de una ‘burocratización’ de las políticas nacionales de lucha contra la pobreza y de un redimensionamiento de los recursos disponibles por las diversas formas de iniciativa social local, tanto por parte de las organizaciones de la sociedad civil, como por parte de realidades locales radicadas en el territorio».
Además, no siempre los flujos de capital hacia los países son «una señal inequívocamente positiva», ya que «en muchos casos, se trata efectivamente de importantes ocasiones de crecimiento económico y de desarrollo social; en otros, no es así».
«Hay, de hecho, inversiones que comportan la implicación y la formación de los trabajadores locales, la transferencia de tecnología, la difusión de prácticas de management responsable; pero hay también inversiones que se limitan a valorar los recursos mineros en beneficio de pocos -de la élite política o económica local- además, naturalmente, del inversor extranjero».
Ante ello, es necesario reconocer la labor llevada a cabo por la sociedad civil en la financiación al desarrollo, sea de personas individuales, organizaciones o fundaciones.
«También la adopción de comportamientos responsables en materia de consumo y de inversión constituye un importante recurso para el desarrollo. La difusión de estos comportamientos responsables expresan una participación concreta por parte de las personas -en cuanto consumidoras, en cuanto inversoras del ahorro familiar o en cuanto decisivas para las estrategias empresariales- a la posibilidad de que los más pobres salgan de su condición de pobreza».
Puede leer la Nota de la Santa Sede con la que pide repensar el sistema financiero mundial en la sección de Documentación de la página web www.zenit.org
Por Inma Álvarez