BOGOTÁ, lunes 1 de diciembre de 2008 (ZENIT.org).- Aunque la Iglesia está desplegando una importante actividad ante los problemas relacionados con la calle, es necesaria una presencia aún mayor en todos los campos.
Es la principal conclusión del I Encuentro Continental Latinoamericano y del Caribe de Pastoral de la Carretera, que tuvo lugar en Bogotá el pasado mes de octubre, y cuyo documento final ha sido hecho público hoy por el Consejo Pontificio para la Pastoral de Migrantes e Itinerantes.
En él se pone de manifiesto que la pastoral con personas sin hogar y explotadas constituye uno de los «signos de los tiempos actuales» a los que la Iglesia está «llamada a dar respuesta» si quiere que la evangelización sea fecunda.
Este documento pone especial acento en la pastoral con las mujeres prostitutas y los «niños de la calle», y en general a las personas que sufren explotación.
«El comercio de seres humanos, en particular de mujeres, menores de edad, niños y niñas, se ha convertido en un poderoso negocio global, el tercer crimen más lucrativo a nivel planetario», afirma el documento, y «aunque no es un fenómeno nuevo», lo nuevo es que «hoy se ha convertido, a nivel mundial, en un complejo comercio que se aprovecha de la miseria y la vulnerabilidad de sus víctimas».
Estas personas, afirma el documento, «se han convertido en las esclavas del siglo XXI. Engañadas y arrojadas a la calle, son un ejemplo vivo de una injusta discriminación en su contra, impuesta por la sociedad de consumo».
Una de las barreras que hay que abatir es la de reconocer que estas personas son «víctimas»: «es fundamental reconocer que la explotación sexual y la trata de seres humanos son actos de violencia, especialmente contra las mujeres, menores de edad, niños y niñas».
Aunque desde varias organizaciones eclesiales se está haciendo un trabajo «muy postivo», reconoce el documento, la intervención de la Iglesia y de las entidades gubernamentales «no ha sido adecuada o suficiente para lograr mejores resultados, hasta ahora».
«En los pastores de la Iglesia parece en general faltar un convencimiento más profundo para apoyar esta pastoral», prosigue, y lo mismo en cuanto a los niños de la calle.
Por otro lado, el documento advierte que el número de personas sin techo está «aumentando» y que «requieren especial cuidado, atención y trabajo promocional por parte de la Iglesia».
Otro de los campos en los que la Iglesia ha puesto de manifiesto la necesidad de incrementar su presencia es en la pastoral con los usuarios de la carretera.
«Las acciones pastorales de la Iglesia asumen con creatividad, audacia y entusiasmo, el mundo de los usuarios de la carretera, especialmente los que, por sus trabajos, se encuentran alejados, no sólo de sus familias y hogares, sino también de la solicitud ordinaria territorial de las parroquias», señala el documento.
Entre otras iniciativas, se propone «la acogida en las terminales de transporte terrestre, las campañas de educación vial y de prevención de accidentes, los camiones-capilla, la celebración de los sacramentos de la Eucaristía y Reconciliación en los paraderos y puestos de servicios».
«La Iglesia quiere estar donde está y vive el hombre, en su realidad, en su dificultad, con su gozo y sufrimiento», concluye.
Por Inma Álvarez