CIUDAD DEL VATICANO, jueves, 4 diciembre 2008 (ZENIT.org).- Galileo Galilei era hombre de fe hasta el punto de que exponentes de la Sana Sede le han presentado como modelo y «patrono» del diálogo entre fe y ciencia, recoge este jueves el semanario «Alfa y Omega».
A esta conclusión ha llegado el congreso La ciencia, 400 años después de Galileo Galilei, organizado el 26 de noviembre, en Roma, por Finmeccanica, empresa italiana aeroespacial, como preparación del Año Internacional de la Astronomía, en memoria de los 400 años (1609) de la utilización, por parte de Galileo, del monocular astronómico.
Según informa «Alfa y Omega», semanario de la archidiócesis de Madrid, el cardenal Bertone, secretario de Estado del Papa, constató que, «en estos últimos años, se han dado intervenciones clarificadoras que, si bien han subrayado con gran sinceridad limitaciones de hombres de Iglesia ligados a la mentalidad de la época, han permitido destacar la rica personalidad de este científico, que descubrió que la tierra no se encuentra en el centro de los movimientos celestes».
El purpurado hacía referencia, en particular, a la declaración del 31 de octubre de 1992, con la que Juan Pablo II reconoció los errores cometidos por el tribunal eclesiástico que juzgó las enseñanzas científicas de Galilei.
«Lo que me parece que hay que subrayar –añadió– es que Galileo, hombre de ciencia, también cultivó con amor su fe. Galileo Galilei veía la naturaleza como un libro cuyo autor es Dios».
Para mostrarlo, el cardenal leyó dos citas de Galilei, de dos cartas escritas a Cristina de Lorena.
En la primera, decía: «Me parece que, en las discusiones sobre problemas naturales, no se debería comenzar por la autoridad de pasajes de las Escrituras, sino por las sensatas experiencias y por las demostraciones necesarias. Porque la Sagrada Escritura y la naturaleza proceden igualmente del Verbo divino, aquélla como dictado del Espíritu Santo, y ésta como la ejecutora perfectamente fiel de las órdenes de Dios».
En la segunda, añadía: «Yo diría lo que escuché de un eclesiástico de un grado eminentísimo: que el Espíritu Santo tiene la intención de enseñarnos cómo se va al cielo, y no cómo va el cielo».
El arzobispo Gianfranco Ravasi, presidente del Consejo Pontificio de la Cultura, presentó a Galileo como «patrono ideal para un diálogo entre ciencia y fe».
El prelado ha propuesto que «el Archivo Secreto Vaticano publique integralmente, con un oportuno análisis de contexto, todos los materiales del así llamado proceso Galilei».
Estos documentos no sólo confirman que el Papa no condenó al científico, sino que «los cardenales no lograron el acuerdo para la condena» del tribunal de la Inquisición.
«Considero que ya hemos mirado suficientemente al pasado, que ya todos hemos justamente recitado nuestro mea culpa. Ahora ha llegado el momento de mirar al futuro con optimismo en las relaciones entre ciencia y fe», considera el arzobispo, confesando que espera que éste sea uno de los frutos del año 2009.
Benedicto XVI había recalcado, días antes, la dimensión de fe de Galilei, en el discurso que dirigió a la Asamblea Plenaria de la Academia Pontificia de las Ciencias, el 31 de octubre de 2008: «Galileo veía la naturaleza como un libro cuyo autor es Dios, del mismo modo que lo es de la Escritura», y que, «durante todo el tiempo, presupone la presencia fundamental del autor que en él ha querido revelarse a sí mismo».
El Santo Padre mostró la colaboración que puede darse entre ciencia y fe: «La verdad científica, en sí misma participación en la Verdad divina, puede ayudar a la filosofía y a la teología a comprender más plenamente a la persona humana y la revelación de Dios sobre el hombre… Estoy profundamente agradecido por este importante enriquecimiento mutuo en la búsqueda de la verdad y del bien de la Humanidad».