CIUDAD DEL VATICANO, viernes 5 de diciembre de 2008 (ZENIT.org).- Benedicto XVI dedicó este viernes un afectuoso saludo a los cristianos de Oriente Medio, a quienes les aseguró que «comparte sus penas y dificultades», durante la audiencia concedida a los miembros de la Orden Ecuestre del Santo Sepulcro de Jerusalén.
Los caballeros, damas y eclesiásticos de esta Orden han celebrado durante esta semana su tradicional consulta mundial quinquenal para valorar las actividades llevadas a cabo en apoyo de los Santos Lugares, así como para elaborar propuestas futuras.
Este año, el tema central ha sido cómo incrementar la ayuda a los cristianos de Tierra Santa, cuy situación es cada vez más precaria.
En este sentido, el Papa se dirigió a los miembros de la Orden y les agradeció su «generoso trabajo» en favor de estos cristianos, y les animó a seguir trabajando en esas regiones como «convencidos y sinceros embajadores de paz y de amor entre los hermanos».
Los cristianos de Tierra Santa, añadió, viven «agobiados en los últimos años por un clima incierto y peligroso», a causa «de la crisis política, económica y social del Oriente Medio, aún más dura al agravarse la situación mundial». El pontífice mostró su especial cercanía a todos los que «se ven obligados a emigrar».
«¿Cómo no compartir la pena de esas comunidades tan probadas?», exclamó.
Por otro lado, el Papa agradeció la labor de custodia de los Santos Lugares, que es, junto al apoyo a las comunidades locales cristiana, el principal motivo por el que esta orden medieval fue refundada por el Papa Pío IX en 1847.
Les invitó, por fin, a profundizar en el punto central de su espiritualidad, que es la celebración de la muerte y resurrección del Señor, a través del especial vínculo que une a la Orden con el Santo Sepulcro.
Los miembros de la Orden, explicó el Papa, están «llamados a ofrecer un elocuente testimonio evangélico, para ser constructores, en nuestro tiempo, de una esperanza activa fundada en la presencia del Señor resucitado, el cual, con la gracia del Espíritu Santo, guía y sostiene el trabajo de cuantos se dedican a la edificación de una nueva humanidad inspirada en los valores evangélicos de la justicia, del amor y de la paz».
«Que Jesucristo crucificado y resucitado sea por tanto el centro de vuestra existencia y de todo proyecto vuestro y programa personal y asociativo», añadió.
Por Inma Álvarez