ROMA, lunes, 15 diciembre 2008 (ZENIT.org).- Como un hombre «valiente», que actuó «de acuerdo con su conciencia», así califico el cardenal Christoph Schönborn, arzobispo de Viena, al beato Franz Jägerstätter, quien murió asesinado por el régimen Nazi durante la segunda guerra mundial.
«Nuestro tiempo necesita estos testimonios», aseguró el purpurado al explicar el motivo del homenaje que se le tributó en Roma.
La biografía del beato mártir, publicada en Italia con el título «¿Cristo o Hitler?», fue presentada el pasado 10 de diciembre en la basílica San Bartolomé apóstol.
Además del purpurado austríaco, intervinieron en la presentación Marco Impagliazzo, presidente de la comunidad de San Egidio, Jean-Dominique Durand, docente de historia contemporánea de la universidad Jean Moulin de Francia y el periodista Aldo Maria Valli.
También estuvieron presentes el autor del libro Cesare Zucconi y la esposa del beato Franziska Jägerstätter, así como sus tres hijas: Rosalía, María y Luisa.
«Franz Jägerstätter era un hombre sincero consigo mismo y con los demás, un hombre que buscaba en la fe la fuerza y de este modo, aun en la debilidad, tuvo una grande fuerza ante el mal absoluto», dijo a ZENIT el autor del libro Cesare Zucconi
El coraje de dar la vida
Franz Jägerstätter, beatificado el 26 de octubre de 2007, nació el 20 de mayo de 1907 en la aldea de St. Radegung, Austria. Hombre de fe y sacramentos, en 1936 contrajo matrimonio con Franziska.
En 1943, en plena guerra mundial, fue obligado a formar parte del régimen hitleriano pero él estaba seguro de que no podía servir a una guerra injusta. Seis años atrás, el beato había leído la encíclica «Mit Brenneder Sorge» (Con ardiente preocupación), del papa Pío XI que condenaba el nazismo.
«No era un revolucionario, pero encontró en el Evangelio la fuerza para decir ‘no puedo'», dijo durante la presentación del libro el profesor Jean-Dominique Durand.
El catedrático aseguró que el beato muestra un ejemplo de fe verdadera, diferente a la de «tantos cristianistas, es decir, los cristianos que viven sin Cristo».
Estando en prisión escribía cartas a su esposa Franziska, quien decidió donar algunas de éstas a la basílica de San Bartolomé para que estén a disposición de los peregrinos que visitan este templo, donde también reposan otras reliquias de diversos mártires del siglo XX.
«Doy gracias a nuestro Salvador porque he podido sufrir por él. Confío en su infinita misericordia. Espero que me haya perdonado todo y que no me abandone en mi última hora… Cumplid los mandamientos y, con la gracia de Dios, pronto nos volveremos a ver en el cielo», dice en una de sus cartas.
El beato Jägerstätter era un hombre sencillo. Laico, padre de familia. «Era un personaje fuertemente moderno porque en el fondo el hombre que se interroga sobre preguntas que tienen que ver con nosotros hoy. Por ejemplo la cuestión de la conciencia, la libertad del cristiano y la relación con la escritura y con su tiempo», aseguró el autor.
Franz fue procesado por insumisión por un tribunal militar reunido en Berlín, que el 6 de julio de 1943 lo condenó a muerte. Permaneció detenido desde marzo hasta mayo de 1943 en la prisión militar de Linz.
Un mártir que tiene mucho que decir a los cristianos del siglo XXI: «Nosotros cristianos podemos vivir esta fe sencilla que vivía Franz: leyendo la escritura, amando a los demás, orando. Es lo que ha vivido Franz hasta la última consecuencia y también esto lo podemos vivir hoy cada uno de nosotros», sintetizó el autor.
Por Carmen Elena Villa