CIUDAD DEL VATICANO, lunes 22 de diciembre de 2008 (ZENIT.org).- La defensa de la naturaleza no es algo accesorio para la Iglesia, sino que forma parte de su naturaleza, afirmó este lunes Benedicto XVI, aclarando, sin embargo, que se trata de una «ecología del hombre».
Así lo explicó este lunes en el largo y extenso discurso que dirigió a los miembros de la Curia Romana con quienes mantuvo el tradicional encuentro de intercambio de felicitaciones con motivo de la Navidad.
Recordando el papel decisivo que tuvo la reflexión sobre la ecología durante las Jornadas Mundiales de la Juventud, celebradas en julio en Sydney, acontecimiento central para la Iglesia en el año 2008, el pontífice ofreció una sugerente lectura sobre el respeto de la creación.
«Dado que la fe en el Creador es una parte esencial del Credo cristiano, la Iglesia no puede y no debe limitarse a transmitir a sus fieles sólo el mensaje de la salvación», afirmó el Papa, que a inicios de 2009 publicará una encíclica de carácter social.
«También tiene una responsabilidad con la creación –advirtió– y tiene que cumplir esta responsabilidad en público».
En el cumplimiento de esta misión, añadió, la Iglesia «no sólo tiene que defender la tierra, el agua, el aire, como dones de la creación que pertenecen a todos. Tiene que proteger también al hombre contra su propia destrucción».
«Es necesario que haya algo como una ecología del hombre, entendida en el sentido justo», aseguró.
Esta ecología humana, afirmó, se basa en el respeto de los géneros, masculino y femenino, que forman parte de la naturaleza humana.
El obispo de Roma lo dijo con estas palabras: «Cuando la Iglesia habla de la naturaleza del ser humano como hombre y mujer y pide que se respete este orden de la creación no está exponiendo una metafísica superada».
Se trata, aseguró, «de la fe en el Creador y de la escucha del lenguaje de la creación, cuyo desprecio significaría una autodestrucción del hombre y, por tanto, una destrucción de la obra misma de Dios».
El pontífice advirtió ante la manipulación que tiene lugar en foros nacionales e internacionales cuando se altera el término «gender» (género). Con frecuencia, como sucedió el pasado jueves en la asamblea general de las Naciones Unidas, se utilizan términos como «orientación sexual» o «identidad de género» para tratar de reconoce el pretendido «matrimonio» homosexual.
«Lo que con frecuencia se expresa y entiende con el término «gender», se sintetiza en definitiva en la autoemancipación del hombre de la creación y del Creador. El hombre quiere hacerse por su cuenta, y decidir siempre y exclusivamente sólo sobre lo que le afecta», constató el pontífice.
Pero de este modo, advirtió, «vive contra la verdad, vive contra el Espíritu creador».
«Los bosques tropicales merecen, ciertamente, nuestra protección, pero no menos la merece el hombre como criatura, en la que está inscrito un mensaje que no contradice a nuestra libertad, sino que es su condición», indicó.
Por eso, aclaró, «grandes teólogos de la Escolástica han calificado el matrimonio, es decir, el lazo para toda la vida entre el hombre y la mujer, como sacramento de la creación, instituido por el Creador y que Cristo –sin modificar el mensaje de la creación– acogió después en la historia de su alianza con los hombres».
«Forma parte del anuncio que debe ofrecer la Iglesia el testimonio a favor del Espíritu creador presente en la naturaleza en su conjunto y de manera especial en la naturaleza del hombre creado a imagen de Dios», concluyó.
Por Jesús Colina