CIUDAD DEL VATICANO, lunes 22 de diciembre de 2008 (ZENIT.org).- Benedicto XVI subrayó este lunes la importancia que han tenido los viajes apostólicos realizados en 2008, a Francia, Estados Unidos y Australia, durante su tradicional discurso de Navidad a la Curia Romana.
El Papa señaló estos viajes, junto con la celebración del Sínodo de los Obispos sobre la Palabra de Dios y la inauguración del Año Paulino, como los tres ejes centrales del año 2008 que está a punto de terminar.
En estos viajes, explicó, se ha tratado «de la presencia de la Palabra de Dios, de Dios mismo en el actual momento de la historia», y su verdadero sentido «sólo puede ser el de servir a esta presencia».
«En estas ocasiones la Iglesia se hace perceptible públicamente, con ella la fe y por esto, al menos, la pregunta sobre Dios. Esta manifestación en público de la fe llama en causa a todos aquellos que intentan entender el tiempo presente y las fuerzas que operan en él», añadió el obispo de Roma.
De forma especial, el Papa se dedicó a hablar sobre «el fenómeno de las Jornadas mundiales de la Juventud», que han generado «una especie de cultura juvenil» que se está convirtiendo «cada vez más en objeto de análisis».
«Australia nunca había visto tanta gente de todos los continentes como en la Jornada Mundial de la Juventud, ni siquiera durante las Olimpiadas», añadió.
Esta Jornada ha sido, afirmó el Papa, «una gran fiesta de la fe, que ha reunido a más de 200.000 jóvenes de todas partes el mundo y les ha acercado no sólo externamente -en sentido geográfico- sino, gracias a compartir la alegría de ser cristianos, también interiormente».
«Junto a ello hubo dos viajes, uno a los Estados Unidos y otro a Francia, en los que la Iglesia se ha hecho visible ante el mundo y para el mundo como una fuerza espiritual que indica caminos de vida y, mediante el testimonio de la fe, trae la luz al mundo», añadió.
Sobre la experiencia de estos viajes, el Papa afirmó que «han sido días que irradiaban luminosidad, irradiaban confianza en el valor de la vida y en el empeño por el bien».
Por Inma Álvarez