CIUDAD DEL VATICANO, martes 23 de diciembre de 2008 (ZENIT.org).- El padre Federico Lombardi S.I., director de la Oficina de Información de la Santa Sede, invita a todos los creyentes a descubrir en esta Navidad las sorpresas de Dios.
Este tiempo en el que la Iglesia celebra el nacimiento de Jesús es un tiempo de «redescubrimiento de las grandes sorpresas de Dios al hombre», afirma en el editorial de Octava Dies, el semanario publicado por el Centro Televisivo Vaticano, del que él es director.
El Padre Lombardi habla de las sorpresas que Dios hace al hombre siguiendo el balance realizado por Benedicto XVI sobre el año 2008 en su discurso a los miembros de la Curia Romana este lunes pasado.
El Papa insistió en «la sorprendente acción del Espíritu Santo en torno a nosotros», recordando sobre todo «la experiencia de las Jornadas Mundiales de la Juventud» del pasado mes de julio en Sydney (Australia).
Concretamente, el Pontífice subrayó el carácter particular de estos «encuentros embargados de una alegría serena y profunda, que los jóvenes llevan también cuando vuelven a sus casas».
«Es una alegría distinta se aquella efímera y excitada de otros acontecimientos masivos, y que es signo de una presencia que ayuda a generar nuevos lugares de esperanza y de caridad vivida», explica el padre Lombardi.
El discurso del papa se amplió, añade: «la sorpresa, la maravilla, nace mirando al mundo alrededor nuestro, descubriendo que la materia está hecha con inteligencia y que por eso nuestra mente es capaz de leer en ella su estructura, dando origen a la entusiasmante aventura de la ciencia moderna».
«Y la sorpresa continúa al reconocer la belleza de la creación del ser humano como hombre y mujer» añade el sacerdote.
«El grito de sorpresa y de alegría de Adán cuando Dios le presenta a la mujer resuena desde las primeras páginas de la Escritura. La confusión antropológica que oscurece el significado de este encuentro corre el riesgo de apagar la fuente de esta alegría».
«Finalmente la sorpresa más extraordinaria: la venida del Hijo de Dios al mundo como uno de nosotros, para estar con nosotros, caminar con nosotros, hablarnos con nuestro lenguaje, hacerse escuchar por nuestros oídos, ver por nuestros ojos, tocar por nuestras manos, y también para quedarse con nosotros en la comunidad viva de los creyentes».
«Navidad, por tanto, es tiempo de redescubrimiento de las grandes sorpresas de Dios hacia el hombre. A estas hermosas noticias y no a la polémica mira siempre el anuncio de la Iglesia», concluye.