Una familia alrededor del Papa en Navidad

Ambiente en la plaza de San Pedro durante al bendición papal

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CIUDAD DEL VATICANO, jueves, 25 diciembre 2008 (ZENIT.org).- A pesar de que no cabían en la plaza de San Pedro del Vaticano y de que procedían de todos los continentes, los peregrinos respiraron un aire de familia en torno a Benedicto XVI cuando pronuncio su mensaje de Navidad.

Grupos de scouts, religiosos, turistas, inmigrantes o romanos vestidos de fiesta, se congregaron en la plaza de San Pedro bajo un cielo algo gris esta mañana para recibir la bendición del Papa impartida desde el balcón de la basílica vaticana.

La joven mexicana Isabel Aguirre reconoce a ZENIT que participar en la bendición «urbi et orbi» (a la ciudad de Roma y al mundo) del Papa es «una experiencia que nunca creí vivir».

La temperatura era agradable, unos diez grados, a pesar de que las nubes impedían brillar al sol.

«Siempre la viví por televisión y me conmovió mucho ver tan cerca al vicario de Cristo en la tierra, estar tan cerca de Dios: un hombre de tanta oración, y tan enterado de lo que pasa en el mundo», explica la joven acompañada por otros peregrinos mexicanos que se han destacado por el entusiasmo.

«Al saludarnos en tantos idiomas, ha hecho de la familia católica una gran familia», añade Isabel, alzando la voz, perdida entre las decenas de miles de peregrinos.

También es mexicano el señor José Antonio Romano, padre de uno de los 49 sacerdotes legionarios de Cristo (Francisco Javier) que se fueron ordenados el 20 de diciembre, y también es la primera vez que podía vivir la Navidad junto al Papa.

«Nunca me imaginé que podría haber gente de tantas nacionalidades», reconoce, confirmando ese sentido de pertenencia a una familia mundial, después de haber vivido emociones únicas de su vida, «desde la ordenación de mi hijo hasta la bendición del Papa».

Una señora joven, Loreto de Chile, había participado también en la misa del Gallo de la Nochebuena, presidida por el Papa en la Basílica de San Pedro.

También ella por primera vez ha podido venir a Roma en Navidad y reconoce que «estar aquí me cambia el panorama totalmente. No es como la televisión. Esta bendición me llega muy profundamente porque estoy embarazada».

«Hoy se juntaron todas las emocionas –reconoce–. En la misa, me ha encantado la homilía, pues habla de los niños, de su situación, y nos hace ver que Cristo es un Dios vigilante».

Cuando el Papa saludó en español recibió el aplauso más sonoro. Loreto reconoce: «Es lindo ver que los hispanos somos fuertes dentro de la Iglesia». Varias banderas españolas y mexicanas hondeaban en la plaza, mientras se podía escuchar la canción «Cielito lindo».

Al italiano Giovanni Daminelli, lo que más le ha tocado del mensaje navideño del Papa ha sido su recuerdo del «sufrimiento de África, porque allí hay mucha hambre y nosotros tratamos de ayuda», dice explicando su compromiso voluntario.

El Papa pidió paz para Zimbabue, la República Democrática del Congo, Sudán y Somalia, «cuyas interminables tribulaciones son una trágica consecuencia de la falta de estabilidad y de paz».

Una religiosa española, Mercedes, Esclava de María, vive en Roma desde hace 18 años y nunca se pierde este momento.

«Es casi una obligación una experiencia de gracia, y lo agradezco porque hay muchos que no pueden venir», afirma.

«Dios ha venido a nuestro encuentro y nos ha mostrado su rostro, rico de gracia y de misericordia. Que su venida no sea en vano», dijo el Papa a esa pequeña familia de más de mil millones de católicos del planeta.

Con información de Carmen Elena Villa

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ZENIT Staff

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