CIUDAD DEL VATICANO, lunes, 26 enero 2009 (ZENIT.org).- Publicamos el mensaje que ha enviado Benedicto XVI a través del cardenal Julián Herranz, al arzobispo de Tarraganoa, monseñor Jaume Pujol Balcells, al concluir las celebraciones de los 1750 años del martirio del obispo san Fructuoso y de los diáconos san Augurio y san Eulogio.

 

Al señor arzobispo de Tarragona

Monseñor Jaume Pujol Balcells

 


Por medio del señor cardenal Julián Herranz, que como muestra de cercanía y aprecio me representa como enviado especial, me es grato hacerle llegar un caluroso saludo, así como al presbiterio, a los religiosos y religiosas y a los fieles de esa querida Iglesia particular, uniéndome a la acción de gracias al Señor por el Año Jubilar que ahora concluye, y con el cual se ha querido celebrar el 1750 aniversario del martirio de San Fructuoso, obispo de esa antiquísima sede, y de sus diáconos, San Augurio y San Eulogio.

La conmemoración de estos mártires nos lleva a pensar en una comunidad que, habiendo recibido en los albores del cristianismo el mensaje evangélico transmitido por los Apóstoles, supo confesar, vivir y celebrar su fe sin temor, incluso en un ambiente de incomprensión y hostilidad. El testimonio de quienes dieron su sangre por Cristo sigue iluminando y fortaleciendo la fe de la Iglesia, pues indica sin equívocos que el sentido y la plenitud de nuestra existencia, la razón de la mayor esperanza y más íntimo gozo, es la relación con Dios, fuente de la vida (cf. Spe salvi, 27).

Con este Año Jubilar, la comunidad eclesial de Tarragona, junto con quienes se han unido a ella, ha tenido una oportunidad privilegiada de apreciar el tesoro que lleva dentro y que ha de volver a brillar hoy para dar mayor esplendor y hondura a la vida cristiana en las personas, las familias y las relaciones sociales. Por eso ruego al Señor que este acontecimiento dé nuevos impulsos a una acción pastoral intensa, que haga sentir a todos la alegría y la responsabilidad de ser miembros vivos del cuerpo de Cristo, que es la Iglesia, con el mismo vigor y fidelidad de quienes son honrados como santos Patronos en esa Archidiócesis.

Con estos sentimientos, e invocando la maternal protección de la Santísima Virgen María sobre los Pastores y fieles de Tarragona, les imparto de corazón una especial Bendición Apostólica, que complacido hago extensiva a cuantos participan en las celebraciones conclusivas del mencionado Año Jubilar.

Vaticano, 19 de enero de 2009

BENEDICTUS PP. XVI

[Texto original en español

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