La Santa Sede pide comprender mejor la reciprocidad en la libertad religiosa

Ponencia del cardenal Jean Louis Tauran

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ROMA, jueves, 26 marzo 2009 (ZENIT.org).- La libertad religiosa exige reciprocidad, consideró este jueves el cardenal Jean-Louis Tauran, presidente del pontificio Consejo para el Dialogo Interreligioso, durante la conferencia que dictó en Roma sobre el tema «Libertad religiosa y reciprocidad, consejos y propuestas en el reciente Magisterio».

Se trata de un debate que en la actualidad ha cobrado particular importancia, pues si bien en los países cristianos de occidente existe en general libertad de religión y culto para los diferentes credos, en países de Oriente, como por ejemplo en Arabia Saudita, o en otros, la promoción de la Biblia es castigada y está prohibida la construcción de iglesias.

La propuesta de reciprocidad en la Iglesia católica «aparece simultáneamente en la época en la que el tema del dialogo comienza a tomar forma», aseguró el purpurado francés al intervenir en el congreso organizado entre el jueves y el viernes por la Pontificia Universidad de la Santa Cuz con el tema «Libertad religiosa y derechos humanos».

La reciprocidad en el Magisterio reciente

El antiguo «ministro» de Asuntos Exteriores (secretario vaticano para las Relaciones con los Estados) de Juan Pablo II, realizó un recorrido por los escritos de los últimos pontífices para mostrar cómo han tratado el tema de la reciprocidad en las relaciones entre las comunidades de creyentes.

En primer lugar, citó la encíclica de Juan XXIII Pacem in terris, en la que subraya la importancia de la «reciprocidad de derechos y deberes entre personas diversas» y de «mutua colaboración entre los seres humanos».

También hizo alusión a la encíclica de Pablo VI Ecclesiam Suam, que une los temas de reciprocidad y diálogo interreligioso: «un diálogo por nuestra parte es posible; y nosotros no dejaremos de ofrecerlo por doquier, que en recíproco y leal respeto será aceptado con benevolencia», decía el Papa.

En el Concilio Vaticano II

El cardenal Tauran se refirió también al concepto de reciprocidad en la constitución Gaudium et spes, «es deber permanente de la Iglesia responder a al luz del Evangelio a los perennes interrogantes de la humanidad sobre el sentido de la vida presente y de la vida futura y sobre la mutua relación de ambas», dice este documento del Concilio Vaticano II.

Tauran hizo también referencia a la declaración conciliar Nostra Aetate, la cual, al hacer alusión al islam, propone «mutua comprensión» y al hablar del judaísmo pide «mutuo conocimiento».Juan Pablo II

Según el cardenal Tauran, la síntesis del pensamiento de Juan Pablo II sobre el diálogo interreligioso se encuentra en un discurso pronunciado en la Casa Blanca en 1985: «el respeto y el diálogo reclaman la reciprocidad en todos los campos, sobretodo en lo que concierne a las libertades fundamentales y más particularmente la libertad religiosa. Favorecen la paz y el entendimiento entre los pueblos, ayudan a resolver juntos los problemas de los hombres y de las mujeres de hoy».

La reciprocidad en Benedicto XVI

El purpurado se refirió en primer lugar al discurso pronunciado por Benedicto XVI a la comunidad musulmana en Colonia, en agosto de 2005, cuando confesó que «estoy profundamente convencido que debemos afirmar los valores del respeto recíproco, de la solidaridad y de la paz. La vida de cada ser humano es sagrada, sea para los cristianos sea para los musulmanes».

Sobre este punto, el cardenal subrayó que el actual pontífice mantiene una «continuidad con las indicaciones de sus predecesores», aunque, añadió, en su magisterio se da una «mayor insistencia en la necesidad de la reciprocidad, en particular, en las relaciones entre la Iglesia y el Islam».

El cardenal Tauran concluyó su ponencia diciendo que todavía es mucho lo que la Iglesia puede decir sobre la reciprocidad.

«Parecería pues oportuno que la Iglesia precise el auténtico sentido que da a la noción de reciprocidad en el campo interreligioso e indique normas claras que precisen ámbitos de aplicabilidad de tal principio», propuso.

Por Carmen Elena Villa

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ZENIT Staff

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