Receta contra la crisis: los obispos australianos piden aumentar el salario mínimo

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“La justicia hacia los más pobres es más importante ahora que nunca”

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SYDNEY, miércoles, 6 de mayo de 2009 (ZENIT.org).- Congelar los salarios es injusto hacia las familias y sólo contribuirá a hacer que aumente la pobreza entre las clases sociales menos favorecidas, con lo que precisamente es la medida que no hay que adoptar en estos tiempos de crisis.

Así lo han afirmado los obispos de Australia, en una carta pastoral con motivo de la fiesta de San José obrero, que se celebró el pasado 1 de mayo. El documento lo firma monseñor Christopher Saunders, obispo de Broome y presidente del Australian Catholic Social Justice Council.

Los prelados constatan que Australia «está empezando a sufrir el impacto de la crisis financiera global», la «peor crisis en los últimos 75 años».

El documento afirma tajantemente que no se puede combatir la crisis a costa de los más pobres: «En un momento en que nuestros líderes políticos están considerando cómo podrá asumir la comunidad el coste de la crisis, debe ser recordado que la justicia salarial hacia los más vulnerables es más importante que nunca».

Precisamente, son estas working families, que perciben salarios bajos, las que corren más riesgo de sufrir por el desempleo y el aumento de los precios.

Los obispos recuerdan que durante años, la institución de la Iglesia para las relaciones laborales, la Australian Catholic Council for Employment Relations (ACCER), lleva advirtiendo que «el salario mínimo federal para los trabajos poco cualificados son inadecuados para cubrir las necesidades de los trabajadores y sus familias».

«La Iglesia ha mantenido desde hace tiempo que el salario no sólo debe cubrir las necesidades de quien lo percibe, sino también las de su familia, y que el salario mínimo, incluyendo los beneficios, debería cubrir estas necesidades sin necesidad de obligar al otro cónyuge a trabajar si no es por libre elección».

«El salario mínimo no puede ignorar las responsabilidades familiares de los trabajadores», añade el documento, que acusa a las autoridades de calcular los salarios en base sólo a las necesidades mínimas de un perceptor.

Los obispos critican además que la revisión salarial del año pasado ha previsto un aumento de los salarios mínimos por debajo del aumento del coste de la vida, con el objetivo de contener la inflación.

Esta decisión, afirman, ha afectado sobre todo a los trabajadores con menos salario, «y eso en tiempos de aún bonanza económica. ¿Cómo se les va a tratar ahora que los tempos son malos?»

«Quienes buscan trabajo, además, necesitan que se les asegure una protección contra la pobreza. ¿Qué beneficios y oportunidades reales puede darles un trabajo inseguro con salarios de miseria a los padres y los niños que están ya viviendo una existencia precaria?».

«El Papa Juan Pablo II observó que la pobreza es a menudo el resultado de la violación de la dignidad del trabajo, sea por el desempleo o por la negación de un salario justo»·, añade el documento. «No es aceptable, por ejemplo, pretender bajar el desempleo o evitar la destrucción de empleo reduciendo los salarios de los peor pagados».

Ha sido, argumentan los obispos, «precisamente en tiempos de incertidumbre financiera cuando la Iglesia ha apostado más claramente por un salario familiar adecuado. En la crisis económica de 1890, el papa León XIII clamaba por un salario básico protegido que permitiera a una familia vivir con un mínimo confort, comprar propiedades y ahorrar. Pío XI renovó este llamamiento cuando las familias de todo el mundo empezaron a sentir los efectos de la Gran Depresión de los años 30».

Por último, los obispos argumentan que cómo se calcule este salario mínimo es la base para «comprobar la justicia de nuestro entero sistema socioeconómico», así como «la verdadera preocupación por la familia» y la capacidad del sistema de volver a «generar confianza».«Ho, la crisis económica global ha eliminado la confianza en el sistema económico. Para aquellos que han perdido sus empleos o temen perderlos, hay una grave duda sobre la capacidad del actual sistema económico para ofrecerles un trabajo y un estándar decente de vida».

«Para la mayoría de las familias, afectadas por la crisis , esta no es una cuestión de teoría económica o de debate ideológico, sino que es una crisis de su propio futuro», añaden.

El documento entero puede leerse en: www.socialjustice.catholic.org.au

[Por Inma Álvarez]

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ZENIT Staff

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