JERUSALÉN, lunes 11 de mayo de 2009 (ZENIT.org).- Benedicto XVI afirmó con fuerza al concluir el último acto público de su primer día en Israel que las diferencias religiosas no deben ser causa de división, sino más bien motivo de aliento para seguir en la vida el camino de Dios.
Para lograr este objetivo el Papa ofreció en su encuentro con los representantes de organizaciones para el diálogo interreligioso en Tierra Santa esta clave: respetar «todo lo que nos diferencia»; promover «todo lo que nos une».
El encuentro con cristianos, judíos, musulmanes, drusos y samaritanos tuvo lugar en el auditorio del Pontificio Instituto «Notre Dame of Jerusalem Center», creado por Juan Pablo II con objetivos de carácter religioso, cultural, caritativo y educativo, y confiado por el mismo Papa a la congregación de los Legionarios de Cristo.
En su largo discurso, pronunciado en inglés, el Papa constató que «algunos querrían hacernos creer que nuestras diferencias son necesariamente causa de división y, por tanto, como máximo deben tolerarse».
«Algunos afirman incluso que nuestras voces deben ser simplemente reducidas al silencio. Nosotros sabemos que nuestras diferencias no deben ser nunca presentadas como un inevitable manantial de fricciones o de tensión ya sea para nosotros mismos ya sea más en general para la sociedad».
Por el contrario, añadió el Santo Padre, «ofrecen una espléndida oportunidad a personas de diferentes religiones para vivir juntos con profundo respeto, estima, aprecio, alentándose recíprocamente en los caminos de Dios».
El Papa alentó a quienes les escuchaban a «caminar con valentía, respetando todo lo que nos diferencia y promoviendo todo lo que nos une como criaturas benditas por el deseo de llevar esperanza a nuestras comunidades y al mundo».
Después de la intervención del Papa, sin que estuviera previsto en el programa, tomó la palabra el jeque Tayssir Attamini, juez supremo de las Cortes islámicas de Jerusalén, para lanzar un encendido ataque en árabe contra Israel.
Mientras hablaba el jeque, en medio de la sorpresa general, dos exponentes judíos dejaron sus asientos. El patriarca latino de Jerusalén, Su Beatitud Fouad Twal, se acercó para tratar de detenerle. El Papa, al no comprender el árabe, no podía saber qué decía el jeque.
Posteriormente, el padre Federico Lombardi S.I., director de la Oficina de Información de la Santa Sede publicó un comunicado en el que confirma que la intervención del jeque «no estaba prevista por los organizadores del encuentro».
«En un acontecimiento dedicado al diálogo, esta intervención ha sido una negación del diálogo. Se espera que este suceso no comprometa la misión del Papa que busca promover el diálogo entre las religiones, como él ha afirmado claramente en muchos discursos de este viaje».
El portavoz vaticano deseó también que «el diálogo interreligioso en Tierra Santa no quede comprometido por este incidente».