COLOMBO, Sri Lanka miércoles 20 de mayo de 2009 (ZENIT.org).- Tras la victoria del ejército de Sri Lanka sobre los ·Tigres tamiles·, los cristianos están preocupados por la suerte de los civiles afectados por la guerra, según informó la agencia de las Misiones extranjeras de París Eglises d’Asie (EDA).
El conflicto más largo de Asia acabó el pasado 18 de mayo con la rendición sin condiciones de los «Tigres tamiles», cuyos últimos territorios habían caído en manos del ejército.
Desde que Colombo anunciara que aplastaría definitivamente a la guerrilla tamil, poniendo fin a un conflicto separatista que duraba más de treinta años, los medios de comunicación han difundido los detalles de la victoria del ejército de «libertadores» y la noticia de la muerte del líder de los guerrilleros tamiles.
Mientras en el sur del país se celebraba la victoria sobre los «Tigres», la Iglesia católica se inquietaba por los miles de heridos y desplazados civiles tamiles cuya suerte sigue siendo incierta.
El pasado domingo 17 de mayo, en la Misa dominical, el padre Nihal Ivan Perera, sacerdote de Negombo, cerca de la capital, habló de reconstruir la paz y de las heridas profundas que están por cicatrizar en ambos bandos
Exhortó a los feligreses a ofrecer alimentos de urgencia a los refugiados, según informó la agencia Ucanews el 19 de mayo. «Es nuestro deber como cristianos cuidar a nuestros hermanos», dijo.
En el norte del país, en Vavuniya, en el corazón de la región devastada por los combates, el padre Emilianuspillai Santhiapillai, párroco de la iglesia de San Antonio, habló extensamente a sus fieles del socorro a «la población civil, en muy gran sufrimiento».
Según la ONU, más de 200.000 refugiados civiles, están hacinados en los campamentos del gobierno, en condiciones cada vez más críticas, informó ayer la agencia de noticias Associated Press.
El Papa Benedicto XVI rezó el domingo 17 de mayo en San Pedro de Roma por los «miles de niños, mujeres y personas mayores a los que la guerra ha quitado años de vida y esperanza».
También hizo un llamamiento a «las organizaciones humanitarias, incluidas las católicas, para no escatimar esfuerzos para aportar una ayuda urgente alimentaria y médica a los refugiados».
En India, el arzobispo de Madras-Mylapore, Tamil Nadu, monseñor Chinnappa, expresó ayer su preocupación por los desplazados, recordando que «deben ser respetados los derechos» de los Tamiles originarios del sur de la India que viven en Sri Lanka desde hace siglos, así como los del resto de poblaciones de la isla.
Por su parte, el portavoz del Consejo de los obispos católicos de Tamil Nadu y director de la Comisión de minorías del Estado, el padre Chinnadurai, pidió que los culpables del «genocidio de inocentes civiles» sean identificados y castigados.
La comunidad internacional, incluida la Unión Europea, el Comité internacional de la Cruz Roja y la ONU habían denunciado el «baño de sangre» perpetrado por los ataques finales de las últimas semanas.
Ayer declararon que el gobierno de Sri Lanka tendrá que «rendir cuentas», igual que la guerrilla tamil, de la violación de los derechos de los civiles, después de una investigación sobre las condiciones en las que se ha desarrollado la guerra.
Ayer, los medios de comunicación y los organismos internacionales no podían todavía acceder a las zonas afectadas.
Por su parte, Caritas ha señalado que aún deben darse algunos pasos antes de que la nación pueda declarar la paz.
Entre esos pasos, ha destacado la mejora de las condiciones de vida en los campamentos de desplazados por la guerra y la ayuda a las personas que han quedado sin hogar para que puedan reconstruir sus vidas.
También falta lograr un clima de justicia que responda a las necesidades de todos los habitantes de Sri Lanka, incluida la minoría tamil, que representa un 18% de la población.
La agencia internacional de ayuda humanitaria denunció en una declaración el acceso restringido a los campamentos donde viven más de 250.000 personas y pidió al gobierno que garantice la llegada de alimentos, agua potable y seguridad.
Caritas denunció que los campamentos no cumplen las normas internacionales en materia de seguridad y condiciones de vida, y que familias traumatizadas permanecen divididas. También señaló que los que se han visto obligados a huir de sus casas deben poder regresar.