AMMÁN, sábado, 9 de mayo de 2009 (ZENIT.org).- La comunidad internacional debe realizar todos los esfuerzos necesarios para asegurar a los cristianos iraquíes su derecho de ciudadanía en su país, exigió Benedicto XVI al visitar este sábado la mezquita Al-Hussein Bin Talal de Ammán.

En el discurso pronunciado ante jefes religiosos musulmanes, el cuerpo diplomático y los rectores de las universidades jordanas, el Santo Padre recordó el drama de los fieles iraquíes, al saludar a Su Beatitud Emmanuel III Delly, patriarca de Babilonia de los Caldeos, presente en el encuentro, junto a monseñor Shleimun Warduni, obispo auxiliar del patriarcado.

"Su presencia recuerda a los ciudadanos del cercano Irak, muchos de los cuales han encontrado cordial acogida aquí, en Jordania", dijo el Papa.

Desde que estalló en 2003 la guerra en Irak, 1 millón 800 mil iraquíes han buscado tranquilidad en países limítrofes. Los refugiados iraquíes de religión cristiana que se encuentran actualmente en Jordania son unos 20 mil.

"Los esfuerzos de la comunidad internacional para promover la paz y la reconciliación, junto a los de los líderes locales, tienen que continuar para que den fruto en la vida de los iraquíes", subrayó el Santo Padre.

El Papa expresó su "aprecio por todos los que apoyan los esfuerzos orientados a profundizar la confianza y a reconstruir las instituciones y a reconstruir las instituciones y las infraestructuras esenciales para el bienestar de esa sociedad".

"Una vez más --concluyó--, pido con insistencia a los diplomáticos y a la comunidad internacional que representan, así como a los líderes políticos y religiosos locales, que hagan todo lo posible para asegurar a la antigua comunidad cristiana de esa noble tierra el fundamental derecho de pacífica convivencia con sus compatriotas".

Los obispos que han participado en el reciente Sínodo de la Iglesia caldea, celebrado en el seminario de Ankawa, en el norte de Irak, han pedido al gobierno del país que facilite el regreso de los refugiados iraquíes cristianos con una política de compensación que refuerce la presencia cristiana.

Por Mirko Testa