"El G8 es largo en buenas palabras y corto en concreciones"

Afirma la enviada a la cumbre de Caritas Internacional

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ROMA, viernes, 10 julio 2009 (ZENIT.org).- Según la enviada a la cumbre por Caritas Internacional, Joanne Green, el comunicado del G8 sobre economía global, cambio climático y ayuda contiene un montón de buenas intenciones y declaraciones concretas insuficientes. El G8 se ha reunido hasta hoy durante tres días en L’Aquila, Italia.
 
La enviada al G8 Joanne Green es directora de Política en el CAFOD, un miembro de Caritas en Inglaterra y Gales. Ha hecho un análisis, rompiendo el lenguaje negociador, para, afirma, «ver hasta qué punto son sólidos los pronunciamientos de las naciones ricas».

Según la representante de la entidad humanitaria de la Iglesia, el comunicado final contiene: 85 «compromisos» introducidos, renovados o reafirmados; 70 afirmaciones de «apoyo»; 25 compromisos/promesas de «fortalecer» procesos existentes o instituciones; 21 declaraciones de que «continúan» o «continuarán» apoyando esfuerzos, etc.; 19 «reafirmaciones» de compromisos previos, promesas, etc.; 7 declaraciones que empiezan por «estamos decididos»; 6 promesas de «acelerar» procesos; 4 promesas de «reforzar» esfuerzos o programas; 4 declaraciones que empiezan por «intensificaremos»; 3 declaraciones diciendo que «nuestros esfuerzos» están siendo intensificados, reforzados, fortalecidos; 3 declaraciones que empiezan por «reconfirmamos».
 
Joanne Green afirma: «El G8 ha reafirmado sus promesas de ayuda a los más pobres del mundo, pero no olvidemos que está diciendo ‘actualmente haremos lo que dijimos que haríamos hace cuatro años’. Y no hay nada que confirme cómo se conseguirán. Cuando el lenguaje del comunicado está tan pesadamente atravesado por el entusiasmo en lugar de acción sólida, tenemos que ser escépticos».
 
En su análisis del comunicado, afirma: «Sobre la ayuda el G8 ha reafirmado su compromiso de la promesa hecha en 2005 de doblar la ayuda a África para 2010, pero considerando el fracaso de Italia y Francia en cumplir la promesa previa, somos escépticos sobre el significado de esta»

Con objeto de mejorar la implementación, el Reino Unido ha gestionado conseguir un acuerdo marco de responsabilidad que debería publicar cada año cómo los países del G8 están cumpliendo cada una de sus promesas previas. «Esperamos que esto signifique que el G8 no vuelva a ser capaz de dejar de lado responsabilidades o romper promesas», indica Green.

En cuanto al cambio climático, según Green, «el comunicado muestra signos de progreso desde las anteriores declaraciones pero es dolorosamente lento. Por primera vez, los más ricos del mundo estuvieron de acuerdo en que sería bueno que la media global de las temperaturas no subiera más de 2 grados. Este es el nivel que los científicos dicen no deberíamos sobrepasar si queremos evitar un peligroso cambio climático».

También acordaron que los países ricos deberían tratar de recortar sus emisiones en un 80% en 2050 para alcanzar el objetivo. Sin embargo, afirma, «fallaron crucialmente en tomar como base 1990 para estos recortes que es crítico para hacerlos significativos».

Para Joanne Green fue «más decepcionante el despreciable fracaso del G8 en proporcionar cualquier liderazgo sobre la financiación o acceso a la tecnología que se necesitará que proporcionen si estos objetivos no son alcanzados».

«Los países en vías de desarrollo actualmente no tienen voluntad de acudir a la mesa de negociación de la ONU porque sienten que es injusto esperar de ellos que carguen con el peso financiero de adaptación al cambio climático y de cambiar sus economías hacia una base más ecológica».

«Es crucial que el presidente Obama, en su papel de presidente del Foro de las Mayores Economías sea capaz de incrementar la marcha del progreso hoy, el tiempo corre», afirma el análisis de Caritas.

Sobre economía y sector privado, Green dice que en el G8 «hubo montones de cálidas palabras sobre reformar la economía: ¿quién no desea ‘un más robusto, verde, inclusivo y sostenible’ crecimiento?».

El G8 enumeró todas las áreas esenciales para lograr esto: regulación, anticorrupción, impuestos, comercio, inversión, innovación y otra vez, dice la representante de Caritas, «dijo un montón de cosas correctas».
 
Sin embargo, señala, «no hay detalles de cómo se pondrán en práctica estas buenas intenciones». Y «hay grandes presunciones sobre el modo en que serán implementadas». Por ejemplo, «la idea de que la inversión extranjera proporcione transferencia tecnológica y que esta sea apropiada y asequible es una enorme presunción». Además, «muchos de los instrumentos que los gobiernos usaron para impulsar la transferencia tecnológica fueron minados en los acuerdos de libre comercio y otros acuerdos internacionales, a menudo con los mismos países del G8».

Green subraya que «es estupendo que el G8 haya acordado el principio de sólidos marcos macroeconómicos y reguladores para el sector privado y nos complace ver las referencias a la agenda de Trabajo Decente de la Organización Internacional del Trabajo, que subraya un conjunto de estándares para un empleo sostenible que proteja los derechos humanos» Pero se pregunta «¿cómo se van a controlar estas cosas?».
 
Acerca de la corrupción, la enviada de Caritas indica que «el G8 ha mostrado que reconocen que los países desarrollados tiene un papel que desempeñar en combatir la corrupción y esto no es algo que sólo tiene lugar en los países en vías de desarrollo. Más concretamente, es bueno que pidan la ratificación de la Convención contra la Corrupción de Naciones Unidas y es importante subrayar la necesidad de un efectivo, transparente e inclusivo mecanismo de revisión. También es bueno el compromiso de denegar refugio seguro a los individuos corruptos».
 
Por Nieves San Martín

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ZENIT Staff

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