Benedicto XVI quiere respuestas éticas a los problemas globales

Al concluir el G8, como síntesis de su nueva encíclica

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CIUDAD DEL VATICANO, domingo, 12 de julio de 2009 (ZENIT.org).- Para que la humanidad no caiga bajo una nueva dictadura, «el absolutismo de la técnica», Benedicto XVI ha pedido este domingo respuestas no sólo técnicas, sino éticas, a los problemas globales.

Al dirigirse este domingo a los miles de peregrinos congregados a mediodía para rezar el Ángelus, el pontífice comentó los resultados de la cumbre del G8 que esta semana ha tenido lugar en L’Aquila, afirmando que se necesita «una estrategia coordinada para buscar soluciones globales duraderas».

Asimismo, recogió la propuesta de fondo que ha presentado en su encíclica «Caritas in veritate«, publicada el 7 de julio, al pedir que las medidas necesarias para afrontar la crisis «deben tener en cuenta todas las exigencias de la persona, que está dotada de alma y cuerpo».

«En el mundo hay desigualdades sociales e injusticias estructurales que no pueden tolerarse, que exigen, además de las debidas intervenciones inmediatas, una estrategia coordinada para buscar soluciones globales duraderas», comenzó diciendo el Papa desde la ventana de su estudio.

Del Papa reconoció que «la Iglesia no tiene soluciones técnicas que ofrecer», sino que «ofrece a todos la enseñanza de la Sagrada Escritura sobre el hombre y anuncia el Evangelio del Amor y de la justicia».

Por eso, como hace en su tercera encíclica, «Caritas in veritate«, el Santo Padre considera que «es necesaria una nueva proyección económica que vuelva a diseñar el desarrollo de forma global, basándose en el fundamento ético de la responsabilidad ante Dios y ante el ser humano como criatura de Dios».

La cuestión social, aclaró, en nuestro tiempo «se ha convertido radicalmente en una cuestión antropológica», es decir, «afecta a la misma manera de concebir al ser humano, que cada vez está más en manos del mismo hombre por las modernas biotecnologías.

«Las soluciones a los problemas actuales de la humanidad no sólo pueden ser técnicas, sino que deben tener en cuenta todas las exigencias de la persona, que está dotada de alma y cuerpo, y que de este modo deben tener en cuenta al Creador, Dios».

De hecho, aclaró, «podría diseñar oscuros escenarios para el futuro de la humanidad ‘el absolutismo de la técnica’, que encuentra su máxima expresión en algunas prácticas contrarias a la vida».

«Los ataques que no respetan la verdadera dignidad de la persona, incluso cuando parecen motivados por una ‘opción de amor’, en realidad son el fruto de ‘una concepción materialista y mecanicista de la vida humana’, que reduce el amor sin verdad a ‘un envoltorio vacío que se rellena arbitrariamente’ y que, de este modo, puede implicar efectos negativos para el desarrollo humano integral».

En su cuarta encíclica, el Papa pone como ejemplo más claro el de la eutanasia.

A pesar de los actuales problemas, el Papa es optimista y asegura que «la Iglesia mira al futuro con esperanza», recordando a los cristianos que «el anuncio de Cristo es el primer y principal factor de desarrollo».

Ha sido la última intervención pública del Papa antes de que el Papa salga este lunes para transcurrir unos días de vacaciones hasta el 29 de julio en la localidad de Les Combes, en el Valle de Aosta, en plenos Alpes italianos.

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ZENIT Staff

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