CIUDAD DEL VATICANO, lunes 13 de julio de 2009 (ZENIT.org).- Benedicto XVI ha enviado una carta para manifestar su cercanía a la celebración de los cuatrocientos años de la arquidiócesis peruana de Ayacucho, conocida como «la pequeña Roma de los Andes», que tendrá lugar el próximo 20 de julio.
La misiva, escrita en latín, está dirigida al cardenal Juan Luis Cipriani Thorne, arzobispo de Lima (Perú), a quien él mismo nombró el 23 de mayo su enviado especial para esas celebraciones.
Al publicar la misiva el 11 de julio, la Oficina de Información de la Santa Sede ha publicado los nombres de los demás miembros de la misión pontificia que acompañarán al cardenal: don Javier Obón Molinos, vicario general de la archidiócesis y el padre Jorge Villarán Mendoza S.I., presidente de la Comisión archidiocesana para la Vida Consagrada (CONFER-Ayacucho).
En la carta, el Papa pide al cardenal Cipriani, quien fue obispo auxiliar y arzobispo de Ayacucho (hasta 1999), que transmita a todos los fieles que se congreguen en las celebraciones su afecto, asegurando que estará con el espíritu entre ellos, a causa de la larga distancia que le separa.
La carta recuerda también que esta diócesis fue fundada originalmente por el Papa Pablo V el 20 de julio de 1609 con el nombre de Huamanga, pues ese era el nombre original de Ayacucho, cuidad fundada en 1539.
Benedicto XVI constata, además, que gracias a su crecimiento, Ayacucho fue elevada al rango de arquidiócesis por el Papa Pablo VI el 30 de junio de 1966.
La arquidiócesis de Ayacucho, con algo más de medio millón de habitantes, cuenta con algo menos de 50 sacerdotes, unos 20 religiosos no sacerdotes, 130 religiosas, y 3 diáconos permanentes.
Su actual arzobispo es monseñor Luis Abilio Sebastiani Aguirre S.M. La diócesis celebra esta fecha con «una gran misión jubileo 20009».
Percy Quispe Misaico, vicario episcopal de Pastoral de la Arquidiócesis de Ayacucho, explicaba recientemente a ZENIT que fue en el siglo XVI, cuando se pusieron los cimientos del catolicismo colonial ayacuchano, que se convirtió en un laboratorio artístico.
Las órdenes religiosas se especializaron en determinadas actividades de la evangelización. Por ejemplo, los franciscanos instruyeron al indígena en materia de fe católica, mientras los dominicos prefirieron la educación superior, por su parte los jesuitas fundaron colegios de enseñanza secundaria.
Estas dos últimas congregaciones dirigieron sus esfuerzos a la educación de los sectores altos y medios y se concentraron en la sociedad hispano peruana. Cada una de estas órdenes construyó su iglesia y sumadas a las numerosas del clero secular dependiente del obispo, pues llegaron a las famosas 33 iglesias de las cuales se enorgullece Ayacucho.
Así, Ayacucho desarrolló una personalidad religiosa y arquitectónica propia, fundada en el contraste entre el exterior y el interior. Esto determinó también el nacimiento de una celebración de la Semana Santa, desde la vivencia interior hacia una manifestación exterior, por lo que Ayacucho es actualmente considerada como la capital de la semana santa en el Perú.
El famoso obispo de Ayacucho Castilla y Zamora fundó la Universidad San Cristóbal en 1677.
Esta y otras iniciativas han contribuido a la importante y significativa presencia de la Iglesia Católica que ahora conmemora sus 400 años en esta ciudad que se considera «la pequeña Roma de los Andes».
Más información en: http://www.arquidiocesisdeayacucho.org