KIEV, miércoles 22 de julio de 2009 (ZENIT.org).- El encuentro continuo con María «nos ayuda a descubrir nuestro destino personal y el sentido de la historia en la luz de Cristo», afirmó el presidente de la Pontificia Comisión para la Ciudad del Vaticano, el cardenal Giovanni Lajolo.
El cardenal destacó la importancia de la devoción mariana, especialmente para las vocaciones, tras la procesión mariana celebrada en Zarvanytsia (Ucrania) este sábado, vigilia de la fiesta de la bienaventurada Virgen María patrona del pueblo ucraniano.
El acto se ha enmarcado en la visita que ha realizado a este país báltico entre el 17 y el 21 de julio, invitado por la Iglesia local, según informa L’Osservatore Romano en su edición diaria en lengua italiana de este miércoles.
«María nos enseña a tener fe en Jesús, y Él nos enseña a comprendernos a nosotros mismos, a discernir nuestra vocación, a abrirnos a los proyectos de Dios para el futuro», aseguró.
El cardenal Lajolo indicó que «contemplando el rostro de María, descubrimos el verdadero rostro de Dios, su belleza, su bondad y su misericordia».
«Contemplando el rostro de la Virgen, quedamos iluminados por la luz divina que transforma también nuestro rostro», añadió.
Para el cardenal, «recurriendo a la intercesión de María y escuchando su voz, renovamos la fidelidad a nuestra vocación y recibimos la gracia de revelar a los corazones de las nuevas generaciones la belleza de la vocación al sacerdocio y a la vida consagrada».
Además de Zarvanytsia, el cardenal Lajolo ha visitado Lviv, Ternopil, Berdychiv y Kiev, y ha descrito su visita al país báltico como «un viaje para sentirse parte de la Iglesia en Ucrania».
Según ha explicado el purpurado, la visita a Ucrania ha sido significativa por muchas razones.
Ha sido una ocasión «para dar testimonio de unidad en la Iglesia» ante un mundo que, marcado por «tanta indiferencia, y a veces tanta hostilidad manifiesta u oculta», muestra tener una gran necesidad de unidad, ha señalado.
También ocasión para reafirmar «el espíritu de comunión fraterna que reina en la Iglesia, que es un solo corazón y una sola alma en Cristo».
El sábado, el cardenal celebró la misa en la catedral latina de Lviv, y el domingo, en el santuario de Berdychiv, junto a centenares de fieles.
Este santuario tiene una historia singular: durante muchos años del siglo pasado, el edificio fue transformado en Museo del ateísmo, como un signo de odio a la fe.
Al recuperar su antiguo sentido, adquirió un gran significado simbólico para la historia de Ucrania y de toda Europa.
Pasó de ser un lugar ejemplar para demostrar la falsedad de la religión a convertirse de nuevo en un frecuentadísimo lugar de devoción mariana.
La imagen de la Virgen no fue destruida porque los responsables del museo pensaron que tenía gran valor histórico.
En realidad, se trataba de una reproducción de la imagen de María, Salud del Pueblo Romano, venerada en la Basílica papal de Santa María la Mayor de Roma.
«En este lugar usado contra Dios, aunque en realidad, también contra el hombre, dejadme decir que hay algo peor que negar a Dios: olvidarse de Dios, vivir como si no estuviera aquí», dijo el cardenal.
Y destacó que «el olvido de Dios es el gran peligro de la cultura de Occidente».
El cardenal pidió: «No os olvidéis de Dios: ¡nunca! Dios es luz, Él da a nuestra vida su significado último, quien cree en Dios, y confía en él, nunca queda decepcionado».
«Nadie puede decir que ama a Dios si no ama al hombre, imagen de Dios -añadió–. Por eso, la verdadera religión nos encamina interiormente hacia la paz».
Dirigiéndose a los jóvenes presentes, les indicó a María como camino para «transformar en nuevos santuarios los numerosos museos del ateísmo esparcidos por la tierra».
Y les dijo: «En María vemos el amor de Dios por nosotros con toda su fuerza, pero también con toda su ternura, que siempre tiene su origen en el mismo Jesús».