KINSHASA, lunes 24 de agosto de 2009 (ZENIT.org).- La población afectada por los conflictos en el Este de la República Democrática del Congo necesita promoción del respeto a la vida humana, educación, apoyo para favorecer la autoestima, acompañamiento y esperanza.
Lo afirma la jefa de la sección africana de Ayuda a la Iglesia Necesitada (AIN), Christine du Coudray, que explica que prácticamente sólo la Iglesia ofrece una ayuda comprometida con una auténtica «cultura de la vida» en la región.
«Muchas ONG creen que ayudan ofreciendo a las mujeres abortos, píldoras del día después y contraceptivos artificiales, pero los africanos ven estas ideas como ajenas a ellos», afirma.
«Ellos comprenden que por principio esto no es una cultura de la vida, sino por el contrario una cultura de la muerte», añade.
Ayuda a la Iglesia Necesitada considera que en el Este de la República Democrática del Congo, donde durante décadas la dignidad humana ha sido pisoteada, «lo que importa es ayudar a la gente a encontrar curación para su alma y recuperar su sentido de la autoestima y la dignidad interior.
Allí, los rebeldes han tratado de destruir al pueblo no sólo físicamente, sino pisoteando sus almas en lo más profundo.
Decenas de mujeres han sido violadas, algunas ante sus maridos e hijos, numerosas jóvenes han sido secuestradas y convertidas en esclavas sexuales, niños han sido usados como soldados en la selva, madres han visto obligadas los brutales asesinatos de sus hijos,…
«Cuando las mujeres, hombres y niños han sido víctimas de tales horrores inimaginables, es necesaria ahora la curación de la persona», reconoce AIN.
«Las familias traumatizadas necesitan ser apoyadas y ayudadas para que juntas puedan construir un futuro mejor, de más paz y más amor».
Una de las organizaciones que trabaja por este objetivo es la Federación Africana de Acción Familiar, en la que médicos, teólogos, sacerdotes, religiosas y agentes de pastoral laicos están trabajando para construir familias sanas y por la defensa de la vida humana.
Se esfuerzan por ofrecer soluciones en las que se reafirma la vida y la familia, que reflejan una perspectiva cultural africana y evitan modelos occidentales que muchos africanos ven como propios de una «cultura de la muerte».
Uno de los programas de esa Federación es el que lleva a cabo la arquidiócesis de Bukavu para ayudar a las familias a vivir juntos en el amor, mejorar la atención médica sobretodo a mujeres embarazadas y sobre todo, proporcionar apoyo espiritual.
Las órdenes religiosas ayudan a los afectados por la violencia en el Congo comprometiendo incluso sus vidas, según explica la superiora de las Hermanas Ursulinas, sor Espérance Hamuli.
«Queremos rescatar a los jóvenes que están en peligro de desaparecer, y queremos gritar aún más fuerte en nombre de aquellos que no tienen voz -destaca–, para que nuestra gente pueda saber que hay una vida más allá de la violencia «.