Declaración del encuentro de la Pastoral Penitenciaria del Cono Sur

“Discípulos Misioneros por el Sueño de Dios”

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LUQUE, miércoles, 26 agosto 2009 (ZENIT.org).- Los integrantes de la Pastoral Penitenciaria del Cono Sur, reunidos en la ciudad de Luque, Paraguay, han hecho pública una declaración titulada «Discípulos Misioneros por el Sueño de Dios», en la que expresan su sueño: un continente sin cárceles.

Después de cinco días de estudio y presentación de las más diversas realidades sobre la situación de las cárceles en el Cono Sur, los representantes de la Pastoral Penitenciaria de los cinco países del bloque (Brasil, Argentina, Paraguay, Uruguay y Chile) llegaron a la conclusión de que es muy necesario crear políticas públicas que garanticen el bienestar del preso y sus familiares.

«Nosotros conseguimos avanzar en acuerdos y parámetros para la Pastoral Carcelaria ya que nosotros los que componemos el Cono Sur somos referencia para toda América Latina y, con eso, necesitamos pensar en colectividad, unir más a las personas y hacer que, de alguna manera, pare de pensarse apenas en lo individual», comentó el coordinador de la Pastoral Penitenciaria en Brasil, padre Gunther Zgubic.

Uno de los compromisos asumidos al final del encuentro es que la Pastoral Penitenciaria ayudará al Departamento de Justicia y Solidaridad del Consejo Episcopal Latino Americano (CELAM) en la elaboración de una guía para los próximos diez años dentro de la Misión Continental permanente. «Esto incluye la introducción de una nueva visión en toda la justicia penal», dijo Zgubic.

Los integrantes reconocen –informa a ZENIT la Pastoral Penitenciaria del Cono Sur–, aludiendo al título de su declaración, que su sueño no es fácil, «que primero debe darse con profundidad un cambio del modelo social en nuestros países de tal modo que no haya excluidos ni hermanos considerados descartables con los cuales se llenan hoy las prisiones».
 
Durante los días de encuentro contaron con la presencia del sacerdote Enrique Quiroga Civera, secretario ejecutivo del Departamento de Justicia y Solidaridad del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM).
 
Se comenzó con el III Encuentro de Juristas católicos regional (JUCALAyC), bajo el lema «Ser discípulo-misionero-profesional desde el Documento de Aparecida». Los abogados de los cinco países del Cono Sur, acompañados por otros profesionales, reflexionaron sobre el compromiso del discípulo misionero profesional en el mundo de la carcelación.
 
Se plantearon como desafío incidir en las Políticas Públicas en temas como salud, educación, trabajo, vivienda y seguridad, dirigidas a la población más vulnerable con la cual tenemos una deuda social.
 
A la vez, expresaron su deseo de «luchar proféticamente por la superación de las divisiones sociales y la exclusión, mediante el respeto a los derechos humanos, erradicando la tortura, el exterminio y otros tratos crueles, inhumanos y degradantes que sistemáticamente se viven en las cárceles de nuestros países».
 
Por eso, añaden, «no declinamos en nuestra labor a favor de la humanización del sistema carcelario mientras él exista».
 
Asimismo declaran ver «con claridad que necesitan una mayor y profunda formación de los agentes pastorales que trabajan en el mundo de la carcelación», que, insisten una vez más, «no sólo es la realidad de los encarcelados, sino también de sus familias, los grupos vulnerables de la sociedad, el personal de seguridad, los profesionales, los pos carcelados».
 
También se plantean como desafío «promover en la formación de los universitarios y los seminaristas el compromiso con la realidad de las cárceles, aportando una mirada desde el Evangelio, ley superior a todas las demás que no dejan de ser obra de los hombres en un momento histórico determinado».
 
Entre ellos, se comprometen «a extendernos la mano, a trabajar en conjunto, a hacer nuestros los problemas y sueños de la pastoral carcelaria de cada uno de nuestros países».
 
«Solos es imposible -reconocen en la declaración firmada el 23 de agosto–, pero unidos y con la gracia de Dios toda utopía se puede concretar, por eso no vamos a desistir, vamos a trabajar con alegría y valentía, con audacia y creatividad en la misión de vivir el Evangelio en el mundo de la carcelación».
 
Concluyen pidiendo «la intercesión de María, Nuestra Señora de la Asunción, que nos educa en un estilo de vida compartida y solidaria, en atención y acogida de los más pobres entre los pobres, nuestros hermanos encarcelados, (Cfr. Aparecida 272)».
 
Por Nieves San Martín
 

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ZENIT Staff

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