SAN SALVADOR, martes, 4 mayo 2010 (ZENIT.org).- A raíz de los motines que causaron dos muertos y 25 heridos, el arzobispo de San Salvador, monseñor Escobar Alas pidió este domingo que se mejoren y revisen las condiciones infrahumanas que se viven en las cárceles de El Salvador.
En una rueda de prensa, tras la eucaristía dominical, el arzobispo de San Salvador, José Luis Escobar Alas, dijo: “Es un clamor público, una voz pública, que la vida en los centros penitenciarios nuestros es infrahumana y que tiene que mejorarse, tiene que revisarse”.
Señaló que “el Estado debe tener en mano el control, pero las personas que han delinquido no han perdido sus derechos humanos, han perdido el derecho a la libertad y otros derechos que son colaterales a esa pérdida de su derecho de libertad, pero no los derechos elementales como personas y me parece que el trato que esta dando no hoy, sino siempre, no es digno”.
El arzobispo sugirió que “países amigos” pueden ayudar a las autoridades salvadoreñas para que tengan “los medios suficientes para mejorar el estilo de vida” de los reclusos.
“Ojalá que se revise y ojalá que se provea con todos los recursos necesarios un sistema penitenciario de acuerdo al tiempo que estamos viviendo, el siglo XXI”, añadió.
Al inicio de esa semana, dos reos murieron y otros 25 resultaron heridos en las cárceles de Cojutepeque (centro) y Sonsonate (oeste) en amotinamientos que las autoridades ligaron a intentos de fuga, en los cuales los reos activaron artefactos explosivos artesanales.
Desde el pasado 11 de abril, los presos de una decena de cárceles, entre ellas las de Cojutepeque y Sonsonate, se mantienen en rebeldía y no han acatado la orden de entrar en las celdas durante las noches para exigir mejoras en sus condiciones de reclusión.
En las 19 cárceles del país hay unos 23.000 presos, muy por encima de su capacidad, estimada en 8.000 reclusos, según datos de la Dirección de Centros Penales.
El arzobispo Escobar Alas apoyó también la posibilidad de que el presidente de este país, Mauricio Funes, prorrogue la presencia en las calles de los militares destinados a apoyar las labores de lucha contra la delincuencia de la Policía Nacional Civil (PNC).
En este sentido, apoyó la idea pero con alguna objeción. Dijo que pediría hacer “el análisis, como supongo que se está haciendo, a conciencia, con el interés solo de favorecer el bien común. Lo que yo he visto es que muchas personas de estas zonas más vulnerables han pedido que el Ejército continúe, que sienten protección, que sienten ayuda, pero eso no significa que no haya que corregir algunas cosas”.