Tony Blair: la sociedad necesita dejar espacio a la fe

El antiguo primer ministro revela detalles de su conversión en el Meeting de Rimini

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RÍMINI, jueves, 27 agosto 2009 (ZENIT.org).- El antiguo primer ministro de Gran Bretaña, Tony Blair. considera que «una sociedad, para ser armoniosa, tiene que dejar espacio a la fe».

Al intervenir este jueves ante 15 mil personas en el «Meeting por la amistad entre los pueblos», que organiza el movimiento eclesial Comunión y Liberación en la ciudad costera italiana de Rímini, reveló aspectos de su conversión al catolicismo.

De hecho, confesó, cuando «se preparaba para entrar en la Iglesia católica, tenía la sensación de que estaba volviendo a casa».

Esta conversión, añadió, ha sido facilitada por su mujer y que ha percibido que la Iglesia católica era su casa no «sólo por la doctrina o el magisterio sino por su naturaleza universal».

El fundador de la «Faith Foundation» citó a lo largo de su intervención en varias ocasiones la reciente encíclica Caritas in veritate de Benedicto XVI y aseguró que «merece la pena leerla y releerla, es un contraataque al relativismo».

Subrayó asimismo el mensaje de la encíclica, en que se afirma que sin Dios el hombre no sabría adónde ir, por considerar que es de vital importancia para un mundo globalizado como el de hoy.

Subrayó que un mundo globalizado, para que no se deje dominar por el poder, tiene que tener una fuerza de contrapeso que busque el bien común.

En este sentido, explicó que la Iglesia universal, que es un modelo de institución global, tiene que entrar en juego para afrontar los problemas planteados por la globalización.

Respecto a los retos de una sociedad multicultural, reconoció que la globalización nos hace encontrarnos con más gente, pero es necesario mantener nuestra característica identidad.

Es necesario «respetar las raíces judeo-cristianas de los países de Europa. También hay que pedir respeto a la identidad de nuestros países, que se ha formado a lo largo de milenios».

Según  Blair, a menudo la religión es vista como fuente de conflicto y tenemos que demostrar que la fe se empeña en construir la justicia».

«De este modo, mostraremos el verdadero rostro de Dios, que es amor y compasión», aclaró.

«La fe no es una forma de superstición, sino la salvación para el hombre. No es una fuga de la vida. La fe y la razón están aliadas, nunca en oposición. Fe y razón se dan apoyo, se refuerzan, no compiten. Por eso la voz de la Iglesia es escuchada, la voz de la fe siempre debe ser escuchada. Ésa es nuestra misión para el siglo XXI».

También hizo referencia a la cuestión del proceso de paz en Oriente Medio y aseguró que «Israel debe tener garantizada su seguridad y los palestinos deben poder contar con un Estado independiente».

Concluyó su intervención afirmando que «sería un gran signo de reconciliación y esperanza si Tierra Santa fuera un lugar para la reconciliación y la paz».

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ZENIT Staff

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