CIUDAD DE MÉXICO, viernes, 28 de agosto de 2009 (ZENIT.org–El Observador).- «La pobreza debe dejar de ser vista como un problema exclusivo de quienes la padecen, pues sus efectos alteran el tejido social y hasta son fermento de la ola de criminalidad y violencia que atraviesa la nación», señaló el obispo Gustavo Rodríguez Vera, presidente de la Comisión Episcopal para la Pastoral Social-Cáritas (CEPS-Cáritas), en una entrevista publicada este día por el sistema Informativo de la Arquidiócesis de México.
Monseñor Rodríguez Vera, quien participa en el Encuentro Nacional de Pastoral Social, que concluye este viernes, «la obsesión gubernamental en el control de estándares macroeconómicos» que no atiende «a los diferentes rostros de la pobreza en México».
Por este motivo, explicó, la CEPS-Cáritas ha sugerido que «las diferentes instancias administrativas consideren las economías locales o regionales como opciones solidarias para sobrellevar la crisis financiera global y la desaceleración económica del país».
El también obispo de Nuevo Laredo habló sobre el riesgo de una violencia inusitada que ya se deja ver en algunas regiones del país, producto de la descomposición social causada por la pobreza: «Al ver la dificultad o la imposibilidad de obtener un salario para tener una vida digna pues es fácil sucumbir a la tentación del dinero fácil. No sabemos en qué grado pero ciertamente son fenómenos que se reclaman mutuamente».
Monseñor Rodríguez Vera subrayó que la Iglesia debe esforzarse no solamente por actuar en favor de los pobres y contra la pobreza, sino también de asociarse con otros grupos civiles o instancias públicas, «porque no tenemos la exclusiva de la respuesta».
El presidente de la Pastoral Social en México indicó que antes que la Iglesia proponga un modelo alternativo, lo que «proponemos como Iglesia es pensar en nuestras responsabilidades, en lo que nos exige la situación de pobreza en cuanto a como Iglesia, qué respuestas vamos a dar, qué compromisos vamos a tomar ante esas realidades».
Monseñor Rodríguez Vega adelantó que las diócesis mexicanas ya han trabajado en un análisis real de los rostros de la pobreza en el país y sus resultados serán presentados al finalizar el Encuentro Nacional, que está teniendo lugar del 24 al 28 de agosto.
Finalmente, el obispo hizo un llamado a la feligresía: «a cada fiel le corresponde abrir su mente y su corazón a estas realidades económicas difíciles; abrirlos a la solidaridad, al amor, de tal forma que todos nos sintamos responsables de todos, que no veamos solamente los problemas como mis problemas o como los problemas de nuestra familia sino como una situación común que estamos viviendo y que si se enfrenta en forma asociada, en forma solidaria tendremos respuestas más eficaces».