Testigos de la masacre de los cristianos en Pakistán

Dos sacerdotes dominicos comparte con ZENIT el drama de la persecución

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ROMA, viernes 4 de septiembre de 2009 (ZENIT.org).- Representantes de los cristianos de Pakistán han venido a Roma para convertirse en portavoces de su sufrimientos y miedos, provocados por las últimas masacres.

Los sacerdotes religiosos dominicos Pascal Paulus y Iftikhar Moon, quienes trabajan en la diócesis de Faisalabad, fueron testigos oculares de la muerte de 8 cristianos y 70 casas incendiadas en la ciudad de Gojra el pasado 1 de agosto.

Pero el miedo en la comunidad católica se ha hecho aún más intenso cuando el 28 de agosto murieron tiroteados en el centro de la ciudad de Quetta (Beluchistán) otros cinco cristianos.

Los dos sacerdotes han compartido su testimonio con ZENIT este jueves en el Centro Rusia Ecuménica, a dos pasos del Vaticano, donde presentaron un llamamiento a la opinión pública internacional.

Ambos religiosos trabajan en la parroquia del Santo Rosario de Faisalabad que ha sido quemada.

El padre Pascal Paulus explica a ZENIT que, a pesar del miedo y las amenazas, regresan ahora a Pakistán con entusiasmo «porque estamos anunciando a Cristo: nuestra misión es dar a conocer a Cristo, el amor de Cristo, y promover el amor por nuestros hermanos los hombres».

El sacerdote explica así el ambiente en el que ejerce su ministerio: «Pakistán es una República Islámica, donde todo se hace con una concepción musulmana, y la gente quiere una ley islámica, la charia, aunque el gobierno está tratando de traer la democracia». 

En este ambiente, el sacerdote considera que el mayor problema que tienen los cristianos se debe a las leyes instituidas en 1991 contra la blasfemia. Según estas leyes, cualquier insulto al Corán constituye una ofensa que debe ser castigada con la prisión, mientras que está prevista la pena de muerte para aquellos que insultan al profeta Mahoma.

Según explica el sacerdote, algunos musulmanes toman como excusa supuestos insultos al profeta o profanaciones del Corán, basándose en sus propios testimonios, para apoderarse de las propiedades de los cristianos.

El padre Paulus reconoce que, en estas circunstancias, son conscientes de que «podríamos morir con la gente», como le pudo suceder hace pocas semanas.

«El 30 de julio la violencia estalló con una muchedumbre de fanáticos musulmanes furiosos y armados, que atacaron la colonia cristiana de Koriaan, junto a la pequeña ciudad de Gojra y destruyeron las casas después de saquearlas».  

«Dos días después, el 1 de agosto, 8 cristianos fueron quemados vivos. La muchedumbre atacó a un grupo de cristianos, en el que se encontraban tres niños, tres mujeres y dos hombres. Se saquearon y quemaron 70 casas cristianas, mientras se profanaron dos iglesias en Gojra».

«La muchedumbre furiosa saqueó las casas, destrozó Biblias y otros libros sagrados, destruyó las cruces, devastó y quemó todo. Los cristianos a quienes les quemaron las casas se han quedado sin nada», testimonia el presbítero. 

«Hay que subrayar que la policía de Gojra y otras fuerzas no han actuado para prevenir estos hechos y no prestaron atención al anuncio contra los cristianos que se pronunció en las mezquitas», añade.  

«La Policía intervino cuando ya había acabado todo y era demasiado tarde».

«Es también muy triste que el gobierno se haya ocupado de un suceso tan grave sólo 72 horas después, cuando los cristianos organizaron una protesta en la vía del tren». 

Más tarde, explican, tanto el presidente de Pakistán, como el primer ministro, y las autoridades de Punjab condenaron los ataques.

«El gobierno ha anunciado que se dará una indemnización para reconstruir las casas de estos pobres cristianos». 

Cuando se sentían abandonados, el padre Iftikhar Moon explica a ZENIT que el mensaje de cercanía que les envió el Papa al recibir estas noticias les consoló profundamente.

«Este mensaje nos dio aliento y esperanza –reconoce el padre Moon–, pues vimos que la cabeza de la Iglesia está con nosotros, está hablando por nosotros».

Los sacerdotes piden la solidaridad de los cristianos del mundo para que hagan presión contra las leyes que discriminan las minorías, en particular la ley sobre la blasfemia.

«Hacemos un llamamiento a las organizaciones mundiales de los derechos humanos para que registren los hechos e intervengan ante nuestro gobierno a favor de la protección de los cristianos y de las demás minorías».

Y los dos dominicos confiesan: «Nosotros, los cristianos de Pakistán, no nos sentimos seguros en nuestro país».

Por Mercedes De La Torre 

 

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ZENIT Staff

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